La culpa por Gabrielle:

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AVISO: LOS PERSONAJES DE XENA: PRINCESA GUERRERA, GABRIELLE Y OTROS PERTENECEN A MCA/UNIVERSAL AND RENAISSANCE PICTURES. POR LO DEMÁS LA HISTORIA ES MIA, SI QUIERES HACER UNA COPIA O USARLA EN TU PAGINA POR FAVOR PIDE PERMISO ANTES.

ESTA HISTORIA ESTA DE ACUERDO CON EL SUBTEXTO, EN ELLA SE HABLA DEL AMOR ENTRE DOS MUJERES, SI NO TE GUSTAN ESTE TIPO DE HISTORIAS O ERES MENOR DE EDAD MEJOR LEE ALGO MAS.

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CULPA

Capítulo 1

Por los Dioses, ya era hora de que pudiese conciliar el sueño tranquila. Hace semanas que la he acompañado en su sufrimiento. Cada noche, sus recuerdos han invadido sus sueños, atormentándola. Heme aquí, dándole todo el apoyo que puedo, como en una época ella me lo dió a mí. Ahora no soy yo quien se agita y se da vueltas, y sudorosa despierta de súbito. Es Gabrielle, que no puede olvidar la muerte de Perdicas. No la culpo, la pobre ha pasado por tanto últimamente. Primero Perdicas, luego, enfrentarse al odio que se apoderó de ella y la enloqueció casi hasta el punto de tomar la vida de Callisto. Luego, cuando Callisto se aprovechó de mis sentimientos de culpa para apoderarse de mi cuerpo fue otro golpe más para ella. No sé cómo pudo soportar quedarse a mi lado esos días, no sé cómo tuvo el valor para seguirme, aún cuando el sólo verme se le hacía insoportable. Yo, su mejor amiga, atrapada en el cuerpo de su peor enemiga. Gracias a los Dioses eso no duró mucho y pude recuperar mi cuerpo, y olvidar el temor de que Gabrielle pudiera irse de mi lado en cualquier momento. Luego de eso, pensé que las cosas volverían poco a poco a la normalidad. Sabía que la muerte de Perdicas fue un dolor, y es un dolor muy grande para Gabrielle, pero creo que no estaba preparada para verla sufrir tanto…me rompe el corazón. Como quisiera poder entrar en sus pesadillas y socorrerla, igual como tantas veces lo he hecho en la realidad, pero no puedo, y sólo me queda estar aquí, velando su sueño, lista a que despierte asustada en cualquier minuto, y me encuentre a su lado. Que sobre mi pecho apoye su rostro y libere sus lágrimas hasta que ya no pueda llorar más. Gabrielle… Gabrielle, si tan solo pudiera volver atrás en el tiempo y cambiar el pasado, créeme lo haría. Si tan solo pudiera devolverte la sonrisa al rostro, esa sonrisa que vi cuando desposabas a Perdicas, y que por algún motivo se sintió como una punzada en el estómago. Si tan solo pudiera volver atrás y enfrentar la situación de otra manera. No sé… reaccionar mas rápido, tomar mi chakram, ¡hacer algo!, ¡maldición!, no entiendo que pasó conmigo en ese momento, sinceramente no puedo entenderlo. Fue como si algo en mí colapsara y no me permitiera mover, y no reaccionar en forma instantánea, ¡pero cómo me fue a pasar esto a mí!. Mis reacciones siempre son instantáneas, no vacilo ni medito, y siempre ha sido así, toda mi vida, es una de mis tantas habilidades, bueno..era, porque es obvio que en ese momento mi habilidad falló, dándole tiempo a Callisto de levantarse, tomar su espada y arremeter contra el indefenso Perdicas. Eso fue, simplemente me congelé, y Callisto quien era rápida y hábil, aunque no me guste admitirlo, consiguió dar su más letal estocada. Pero aún así, ¿por qué en mi mente ese momento parece mucho más largo?. Es como si pudiera ver a Callisto moverse lentamente, tomándose su tiempo para levantar su espada, luego sonreir maliciosamente al mirarme, y finalmente dirigirse a Perdicas con su espada lista para darle la estocada final. ¡Por los Dioses, ¿qué estoy diciendo ?!, ¿que tuve el tiempo suficiente para haber reaccionado y haber perfectamente salvado a Perdicas?, ¿pero qué estoy diciendo?, no, no puede ser, al menos no intencionalmente. Pero ahora que sigo recordando, algo en ese momento dentro de mí sucedió. Es difícil de explicar…pero…a pesar de que me dolió ver a Gabrielle llorando aferrada al cuerpo de Perdicas, algo dentro de mí se había calmado. Algo me permitía respirar nuevamente sin dificultad, sentía como si un peso haya sido quitado de mis hombros, oh no…aquí voy de nuevo, ¿cómo puedo ser capaz de tener estos pensamientos?, ¿cómo podía haber sentido algo bueno viendo a mi mejor amiga llorando desconsolada por el amor de su vida?, maldición, ¿qué clase de amiga soy?. Gabrielle, perdóname por pensar esto, uf, si me oyeras Gabrielle…que desilusionada estarías de mí. ¿Cómo podrías seguir acompañándome si supieras que tu mejor amiga sintió una especie de alivio cuando te vió llorando por tu esposo?, ¡pero como tanto!, ¿qué pasa conmigo?. Sí, es cierto, cuando Gabrielle me dijo que se casaría con Perdicas se me vino el mundo encima, y luego el día de su boda debí utilizar todas mis fuerzas para que Gabrielle no se diera cuenta de lo destrozada que estaba, de que tenía un horrible nudo en la garganta, y de que mis lágrimas luchaban testarudamente por salir. Está bien, enfrentar el que me abandonara, fue algo más difícil de lo que yo jamás hubiera imaginado. Fue un dolor que jamás había sentido en toda mi vida, pero esa no es razón suficiente para que la muerte de Perdicas me haya quitado ese horrible peso que tenía dentro de mí. ¿O soy así de egoísta, que quería a Gabrielle de vuelta con tanta fuerza, que no me importaba a qué precio?. No Dioses, no sigan atormentándome así, no puede haber sido esa la razón, ¡ no !, ¡¿ cómo podría querer que sufrieras Gabrielle ?!, ¿ cómo podría hacerme feliz el que Perdicas muriera si sabía cuánto lo amabas, cuánto todavía lo amas ? No es posible, nunca podría haber deseado algo así para ti, si esto me afecta lo mismo a mí, sí, porque con cada lágrima que tú derramas yo derramo mil por dentro. Y me están destruyendo, me hacen daño Gabrielle, me queman por dentro, pero si es el precio que debo pagar por mi grado de responsabilidad en la muerte de tu amor, ¡que así sea, demonios!, todas las penas de Tártaro no serán suficientes para hacerme pagar por ello si en parte fue mi culpa.

-Xena …

-Gabrielle, ¿qué haces despierta tan temprano?

Maldición, no me di cuenta cuando me quedé dormida, quizás hasta qué hora estuve estuve pensando estupideces.

-Sabes, por primera vez en varias semanas, anoche pude dormir un poco más tranquila.

-Lo sé…me di cuenta de ello. Pero me aseguré de que estuvieras totalmente bien antes de quedarme dormida…

Sí, repite eso y créetelo, ¿por qué mejor no dices que tus pensamientos te sacaron completamente de la realidad, y no hubieras sentido a Gabrielle, ¡aunque haya estado siendo sacudida por el mismísimo Hades!?

-Sí, creo que sí. Y por lo visto estuviste cuidándome hasta muy tarde, ¿de qué otra manera puedes explicar el que yo esté levantada y tú no?, ja ja.

Arqueando una ceja trato de mirarla seriamente, simulando haberme enfadado, pero luego mis facciones dibujan una sonrisa en mi rostro, y ella me devuelve otra.

-Gabrielle, que bueno es oírte reir nuevamente, hacía tanto que-

La expresión de Gabrielle nuevamente se oscurece. Maldición, ¡que poco tacto tengo!. Cuando ella recién comienza a dar señales de que la antigua Gabrielle aún está ahí, yo abro mi bocota.

-Gabrielle, lo siento…

-No te preocupes…-me dice todavía un poco melancólica-. Sé que debe ser aburrido tener que aguantar mis lloriqueos todos lo días.

-!Gabrielle! -la interrumpo-. ¿Cómo se te puede ocurrir algo así?, ¿por quién me tomas?, sí, sé que a veces puedo ser un poco insensible, pero es obvio que entiendo por todo lo que has pasado en estas últimas semanas. Es comprensible que no andes con la sonrisa a flor de piel. Es solo que verte feliz me hace feliz -termino diciéndole mientras le pongo una mano sobre el hombro.

-Gracias Xena…Disculpa si fui media arrebatada al responderte. No te preocupes, yo sé que me entiendes y que siempre estarás ahí por mí. Prácticamente has sido mi pañuelo de lágrimas estas últimas semanas, pero algo dentro de mí ha sucedido; y bueno…sería ridículo negarte el que no sufro, pero luego de haber llorado tanto, pareciera que mis lágrimas se han secado por completo…ya no puedo llorar más…ya es tiempo de tratar de seguir adelante.

-Así es Gabrielle -le digo con voz entrecortada-. Perdicas estaría feliz.

-Lo sé -me responde y suspira.

Luego la expresión de preocupación vuelve a su rostro, temo que vaya a volver a flaquear…

-Xena -me dice muy seria-. Mira la hora que es y todavía no desayunamos, ¡Dioses!, parece que no hubiera comido en siglos.

Creo que la vieja Gabrielle regresó, pienso, y vuelvo a mirar a mi amiga que poco a poco vuelve a recuperar esa luz que parecía perdida.

Capítulo 2

El día transcurrió con regularidad. Que increíble era todo esto, realmente tengo seguridad de que de ahora en adelante las cosas comenzarán a mejorar. Puede que las cosas vuelvan a ser las mismas, más rápido de lo que creía. Gabrielle parloteando todo el día, mientras yo fingo no ponerle mucha atención, aunque sé que ella sabe que en realidad sí lo hago, que cada una de sus palabras es como melodia para mis oídos, y que nunca, jamás, me cansaría de escucharlas. Ella en lo suyo, yo en lo mío, ella contando sus historias, y yo atenta no sólo a lo que tiene que decir, sino de todo lo que está ocurriendo a mi alrededor. Nunca me confío, sé que hasta el lugar que se ve más apacible, podría hacerme pasar un mal rato, así que siempre con todos mis sentidos alerta. Aunque no puedo negar que a veces me gustaría olvidarme de todo lo demás y concentrarme por completo en ella, para no perder detalle del mas mínimo de sus gestos y movimientos, ¡que graciosa eres Gabrielle!, me encanta cuando para enfatizar una idea mueves tus manos exageradamente en el aire, aunque un poco teatral para mí, ja, bueno, ¿de qué me quejo?, si sé cuanto te gustan esa obras, y el haber visto tantas te hizo toda una experta, cual juglar por las plazas de Atenas, ja ja, pero yo te tengo sólo para mí, que afortunada soy. Ay Gabrielle…desearía tener esa facilidad que tienes tú con las palabras para poder decirte sin titubear todas estas cosas, para que te dieras cuenta de todo lo que significas para mí. Tenerte a mi lado, es una bendición que debo agradecerle a algún Dios por ahí. Nunca pensé que llegaría un momento en mi vida en que me sentiría tan en paz, y todo te lo debo a ti Gabrielle, a tu paciencia con esta gruñona guerrera. Tu amistad me ha abierto las puertas a todo un nuevo mundo, que no imaginaba posible, un mundo en el que se puede ser feliz con las cosas más simples. ¿Cómo no descifré esto tiempo atrás?, cuando lo único que me interesaba era conquistar más y más villas, tener mas riquezas, mas sirvientes, mas poder…sí, creo que el poder es una droga, pero por lo visto de alguna manera tú has sido la cura para ese mal, y me pregunto… ¿no estaré volviéndome adicta a ti?. Sí, porque cada vez que te alejas algo dentro de mí comienza a agitarse, una intranquilidad. Necesito tenerte siempre junto a mí, ¡Dioses!…ojalá esto durara para siempre, pero sé que cuando menos lo espere otro Perdicas llegará a tu vida, y te volverá a alejar de mí. ¿Qué será de mí entonces?, ¿cómo podré continuar mi camino sin ti?…oh oh, creo que empecé de nuevo, esto ya se está volviendo una rutina. Cada vez que te imagino yéndote con otro hombre un escalofrío recorre mi cuerpo, no puede ser…!Uf!, ¡ya pues Xena!, ya eres una chica grande, es obvio que Gabrielle tiene que seguir su rumbo algún día, ¿cómo puedes pretender tenerla amarrada a ti a la fuerza?, ella es libre, acéptalo. Ojalá fuera así de fácil…es sólo que ya me he acostumbrado tanto a ella que sería difícil volver a ser la guerrera solitaria. Además una parte de mí teme que cuando me dejes, la oscura guerrera quiera abrirse paso nuevamente, lentamente invadiendo mi mente y mi corazón, para finalmente volver a convertirme en ella. ¡No, no puedo permitirlo!, Gabrielle , tú me has dado todo lo que necesito para seguir adelante. La luz de tu alma iluminó mi oscuro corazón, y ahora sé que esa luz siempre estará dentro de mí, y que nunca morirá. Gabrielle…siempre te llevaré conmigo y tu luz será mi guía y mi poder. Sonrío ante el pensamiento, y debo haber estado así durante mucho rato, porque Gabrielle con una curiosa expresión en su rostro me pregunta:

-Xena, ¿qué es tan gracioso?

La pregunta me toma por sorpresa, no sabiendo que responder, digo lo primero que se me viene a la mente:

-Ah…eh no, me estaba acordando de Joxer

-Xena, ¿tú acordándote de Joxer?, ¿cómo así?

-Ja, es sólo que me preguntaba que será de él. Luego de que nos ayudara con Callisto, desapareció, ja, ja, el pobre estaba tan orgulloso de la pequeña cicatriz que le iba a dejar la flecha, que seguramente se ha ido por toda Grecia relatando su hazaña, ja, ja.

El recuerdo de Joxer inusualmente no me producía molestia, ja!, se ve que estoy de muy buen ánimo, ¿Quién lo creería la ex- Destructura de Naciones, disfrutando de los recuerdos de alguien como Joxer?, ¡ja!, es increíble.

-Gabrielle, ¿ tú crees que el …?

Me detengo al darme cuenta de que la expresión de Gabrielle nuevamente ha tomado un tono más serio. ¿ Qué fue lo que dije ?

-Gabrielle ¿ Qué pasa ?

- No es nada Xena, es solo que cuando mencionaste a Callisto sentí como si un balde de agua fría haya sido arrojado por mi espalda, no pensé que esto sería tan difícil.

-Lo siento.

¿De nuevo volví a hacerlo, no ?, ¿pero cómo puedo ser tan descuidada?.

–Mira, trata de no pensar más en ella , sé que es difícil, pero sigue mi ejemplo.

-¿Cúal?

-El pensar en Joxer. ¿No viste como estaba de sonriente hace un rato atrás?, ¡ja!. Si yo me puedo reir con Joxer es obvio que tú también puedes, ¿no crees ?

-Ahora que lo pienso tienes razón -me responde asintiendo-. ¡Ese Joxer! Ja, ja.

Y ambas reímos ante el recuerdo de las travesuras de nuestro amigo.

Bien, ya está anocheciendo, así que será mejor buscar un lugar donde acampar.

-Gabrielle -detengo mi paso y mientras bajo de Argo continuo-. ¿Qué te parece este lugar para acampar?

-Me parece excelente Xena. Creo que esta será una noche muy bonita. Hace tiempo que no me quedo contemplando las estrellas, creo que esta noche lo haré.

-Bien -le contesto mientras ato a Argo a un árbol y comienzo a sacar las mantas para armar el campamento.

-Xena, ¿y a ti qué te dio? -me dice risueñamente Gabrielle.

-¿Qué pasa?

-Tanta amabilidad sacando las mantas, y tú misma acomodándolas en el suelo.

-Gabrielle.

-Ja, ja, lo siento Xena. Es solo que generalmente estas tareas las hago yo.

-Loquita, si yo también las hago.

-Sí Xena, tienes razón, especialmente este último tiempo.

-Bueno, ¿ya era hora, no? –le digo tratando de que esa ola de optimismo que la está invadiendo no se extinga.

-Así es –me responde muy seria.

No te preocupes Gabrielle, esta noche ambas dormiremos en paz. Sé que lo haremos. No permitiré que Callisto gane, no dejaré que su fantasma nos atormente por el resto de nuestras vidas. Si tengo que hacerlo, la buscaré nuevamente en mis sueños y arreglaré cuentas con ella por no dejarte dormir en paz.

-Que duermas bien Xena –me dice Gabrielle mientras se acomoda junto a mí.

-Tú también Gabrielle.

-Sí, pero todavía no. Recuerda que voy a contemplar las estrellas por un rato.

-Está bien –le respondo casi bostezando. –Nos vemos mañana.

-Hasta mañana.

Buenas Noches Gaby, que sueñes con- con los Campos Elíseos…yo…lo único que debo hacer es olvidar a Callisto…Callisto…

Capítulo 3

Que extraño. No recuerdo cuando fue la última vez que estuve así, mirando plácidamente las estrellas, imaginando, soñando…mientras Xena como de costumbre está sumida en un profundo sueño. Ja, ja, siempre me dice que soy una dormilona, pero ella no lo hace nada de mal. Sí, es verdad que siempre ella se levanta temprano, pero eso es porque siempre es la primera en dormirse. Apenas pone la cabeza en la manta y se duerme. En cambio yo, a veces me olvido del tiempo. Y entre la observación de las estrella fugaces, mis recuerdos del día, y mis viajes por mundos fantásticos, voy perdiendo horas de sueño que luego recupero en la mañana. Aunque estas últimas semanas todo eso lo había perdido. La pena por la muerte de Perdicas me estaba consumiendo en vida. Luego de la muerte de Callisto pensé que las cosas iban a cambiar, pero no fue así. Luego, cuando la muy malvada se apoderó del cuerpo de Xena, fue otro golpe para mí. En ese momento traté de ocultarlo lo mejor que pude…ya que no quería herir a Xena. Aún no puedo creer como resistí esos días. Fue tan difícil…!por los Dioses!, cuantas veces sentía como mi corazón casi se congelaba cuando me despertaba de una de mis pesadillas, y frente a mí, la tenía de nuevo, a mi mayor tormento. Pero luego ella me tomaba por los hombros y mirándome fijamente a los ojos me decía: Tranquila Gabrielle, soy yo…Xena. Yo pensabe: ¿Xena?…!Xena!, que injustos eran los Dioses. Los maldije una y otra vez. ¿Cómo podían haber permitido que el alma de mi amiga habitara en el cuerpo de la odiosa Callisto?, ¿qué había hecho yo para enfurecer a los Dioses a tal punto?. Bueno, ¿para qué digo Dioses si en realidad estoy hablando sólo de uno?…Ares. El y su obsesión por tener de vuelta a Xena a su lado había sido razón suficiente para ayudar a Callisto creyendo que obtendría lo que quería. Pero no todo resultó según sus planes. Al final Callisto, que no era de las que trabajaba en equipo, lo abandonó obsesionada también por Xena. Pobre amiga, si no es el uno es la otra. Y estas últimas semanas más encima ha debido cargar conmigo. Bueno, no que no haya cargado conmigo en otra época. No puedo recordar un día en que ella no haya estado siempre ahí, lista para protegerme, para librarme de todo mal. Con ella, siempre me sentí segura, a su lado me creía invencible. Era como si nada ni nadie pudiera con nosotras, ni Dios ni mortal. Me encantaba verla pelear con esa habilidad sobre humana para saltar por los aires, girar y caer grácilmente sobre el suelo, sana y salva. Era imposible que no desarrollara mis dotes de barda a su lado, si el solo contemplar estas cosas me emocionaban de sobre manera. TENIA que escribir su historia en mis pergaminos, no con el fin de hacer crecer su leyenda, como pueden creer algunos, sino por el solo hecho de volver a recrear en mi mente cada movimiento, cada gesto, cada palabra, todo lo que la convertía en la guerrera tan espectacular que un día, sin siquiera conocerme, arriesgo su vida por mí y mi villa. Ella es increíble, exteriormente tan seria, pero tan niña por dentro. Sabía que dentro de ella, muy en lo profundo de su alma había todavía una niña risueña. Lo supe desde el momento en que mis ojos se encontraron con los suyos, tan azules, tan profundos, pero con una mirada sombría. Sus actitudes hacia mí eran como las de un viejo gruñón reprendiendo a un niño curioso. Se veía que mi presencia la exasperaba y debí haber tenido miedo…bueno, de hecho lo tuve, pero había algo…algo que me impedía darme la vuelta y alejarme de ella para siempre. Sabía que detrás de esa fachada de altanera había algo más, y yo deseaba descubrirlo, deseaba hacerlo como nunca había deseado algo en la vida. Así que a punta de presión la convencí de que me dejara acompañarla, ja, sabía que estaba en lo correcto. Al cabo de unos días logré convercerla. Nada mal para una joven aldeana que poco o nada sabía del mundo, o de la vida.

Bueno, eso fue sólo el primer paso. Obviamente no me gané su confianza de un día para otro. Fue un proceso lento, lento y difícil. Pero no sin sus momentos de felicidad abrumadora. El estar ahí mientras ella salvaba una villa, a un rey o a un campesino me llenaban completamente. Y yo no sólo estaba ahí observándola, ya que poco a poco comenzó a permitir que la ayudara. Sabía lo ansiosa que estaba por aprender y comenzó a darme lo que necesitaba. Me ayudó a crecer no sólo en el rol de maestra a estudiante, sino que de amiga a amiga, mi mejor amiga, mi compañera, mi escudo. Pero debo confesar que tras la muerte de Perdicas algo cambió, no pude evitarlo, pero ya esa seguridad que parecía indestructible, se había destruido. La sombra de la incertidumbre había entrado en mí, ya no era lo mismo. Xena, la guerrera que siempre llegaba en el preciso momento, no pudo detener a Callisto de que matase a Perdicas…Quizás estoy siendo injusta con ella….Quién soy yo para exigirle ser perfecta?. Supongo que el destino estaba escrito así…estaba escrito que yo nunca pudiera encontrar el amor de mi vida…

Capítulo 4

Siento un tibio calor sobre mi piel. Algo molesta mi vista. ¿Qué pasa, ya amaneció?…hm, ¿qué sucede?, ¿y Gabrielle?, ¿dónde está?. Al abrirlos ojos me encuentro sola sobre el verde prado. Gabrielle ni Argo están a la vista, y ahora que me fijo mejor , la manta de Gabrielle tampoco está a mi lado. El paisaje que en un primer momento me pareció tan familiar, ya no lo era tanto. Se parecía, pero definitivamente no era el mismo lugar en el que me había dormido. Al volver mi cabeza para tener una mejor visión, me di cuenta de que esto más se parecía a los Campos Elíseos que a cualquier otro lugar en el que había estado. Lo recordaba bien, de la vez que acompañé a Marcus, que por gracia de Hades había sido puesto ahí. El sol estaba comenzando a alumbrar y el cielo ya se veía de un azul profundo. Los campos estaban cubiertos de un hermoso verde, y una flores preciosas adornaban el lugar. A lo lejos pude distinguir unos árboles de enorme magnitud, y el sonido de los pajarillos que le daban la bienvenida al nuevo día. ¿Qué es esto?, ¿acaso morí y fui traída a los Campos Elíseos?

-No precisamente querida.

Mi cabeza se gira bruscamente. Esa voz…no, no puede ser, ¡esto es imposible!. Arrojo lejos las mantas, y me levanto lo más rápido que puedo para descubrir frente a mí una cara conocida, pero no por ello menos desagradable.

-Esto es una pe-

-Pesadilla. Sí, sí, ya lo sé -me interrumpe Callisto abruptamente. –Ya estuvimos aquí, ¿recuerdas?…bueno, bueno, no exactamente aquí –mientras con un movimiento de sus manos me indica el lugar –Me refiero en esta situación.

-Te equivocas Callisto –le respondo tratando de sonar igual de relajada que ella. –Ese truco ya no te volverá a funcionar. Sabes muy bien que no tengo sentimientos de culpa por ti.

-Lo sé Xena, créeme que lo sé -me responde mientras se acerca a mí. Yo instintivamente busco mi chakram, pero me doy cuenta de que estoy desarmada. –Ja, ja. No te molestes Xena, además, ¿de qué crees que te serviría tu chakram o cualquier otra arma aquí?. Aquí no puedes dañarme, y yo tampoco a ti, ¡uf!, ¿quién inventó estas reglas?. En fin…

-Callisto, no vine aquí a jugar tus juegos. Además, ¿cómo demonios lograste escaparte esta vez?

-Bueno, ya lo hice una vez, ¿cierto?

-Pero Hades-

-Hades es un idiota. Supongo que no tiene tiempo o dedicación para vigilar a cada uno de sus amiguitos. Pero ya cambiemos de tema, ¿quieres?

-Ah, ahora quieres hablar.

-¿Hablar?, eso dejémoselo a tu amiguita.

-Deja a Gabrielle en paz –le respondo lo más amenazante que puedo. –Si le llegas a tocar un pelo-

-¿Qué? –me interrumpe. -¿Qué Xena?, ¿me vas a mandar de nuevo a Tártaro?, ja, ja, ¡claro!. ¿Y qué vas a usar esta vez?, ¿mi culpa por haberme posesionado de tu cuerpo?, ja, ja.

-No Callisto. Tu culpa por haber matado a Perdicas.

-¿Hm…?

Callisto me mira interrogante y me sonríe burlonamente.

-¡Maldita!, ¿qué te crees?, ¡¿crees que puedes reirte en mi cara?. ¡Piensa Callisto!, ¡piensa en lo que le hiciste a Perdicas!, ¡piensa en todas las lágrimas que Gabrielle ha derramado!, ¡piensa en como rompiste el corazón de la mujer más pura que se cruzó en tu camino!

Y mientras la tomo firmemente por los hombros la sacudo y le grito:

-¡Piensa Callisto, piensa!

Entonces ella sólo me sonríe y luego es ella quien me toma por los brazos y comienza a sacudirme.

-¡No Xena, tú eres la que tienes que pensar!, ¡tú Xena!, ¡tú Xena!, ¡tú, tú, tú!

-¡Noooooooo!

-¡Xena, despierta es una pesadilla! –me dice Gabrielle, mientras me toma por los brazos.

¡Por los Dioses!, todo había sido una pesadilla. Mi corazón aún latía acelerado, mi frente cubierta de sudor. Gabrielle está frente a mí mirándome preocupada, pero a la vez tratando de darme seguridad, seguridad de que todo iba a estar bien, como tantas veces en el pasado lo había hecho.

-Gabrielle…era Ca-

-No lo digas Xena –me interrumpe. –Ya lo sé.

Y suavemente me empuja de vuelta sobre las mantas, acercándose aún más a mí. Como una madre que consuela a un pequeño hijo, acerca su mano a mi cabeza y quedo descansando justo entre su hombro y su pecho.

-Todo va a estar bien Xena. Ahora trata de dormir –me dice casi susurrando mientras acaricia suavemente mi cabello.

Aún estoy nerviosa por la pesadilla, pero a medida que continúa acariciando mi pelo y susurrándome que todo estará bien, comienzo a tranquilizarme. Quiero creerle, necesito creerle que todo va a estar bien, y que esto no fue mas que otra de mis pesadillas…

Capítulo 5

Siento un tibio calor sobre mi piel. Algo molesta mi vista. ¿Qué pasa, ya amaneció?…!Oh no!, no de nuevo. Rápidamente abro mis ojos, pero me tranquilizo apenas veo que Gabrielle duerme plácidamente a mi lado. ¡Uf!, por un momento pensé que seguía soñando, no, ¿cómo tanto?, ¿soñar dos veces en la misma noche con Callisto?, ¡por los Dioses!, ¿que había hecho para que los Dioses la estuvieran castigando así?, ¡ja!…debe ser sólo mi mente que me está jugando trucos. Bueno, creo que la tensión de las últimas semanas terminó afectándome a mí también. En fin…lo mejor será que me levante tratando de no hacer mucho ruido, para no despertar a la dormilona. Después de todo se lo merece. ¡Ups!, anoche debí haberla desvelado con la función de la pesadilla. Bueno, iré a cazar algo y la sorprenderé con el desayuno listo. Debo apurarme…

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-¡Despierta Dormilona! –escucho una molesta voz a lo lejos. -¡Gabrielle!

-¿Ah, qué?…sí…esa soy yo. –respondo aún con los ojos cerrados.

-¡El desayuno está listo!

-¿Hm?, ¡Hm! (sniff, sniff) –una vez que me doy el tiempo para comenzar a olfatear, me doy cuenta de que Xena no está bromeando. El aroma comienza finalmente a despertarme.

-¡Xena, es liebre asada!. –digo mientras abro los ojos lo más rápido que puedo. –Xena, no te sentí para nada.

-Eso es porque estabas muy cansada –me contesta y luego agrega burlona. –Bueno, en realidad, no hay nada nuevo bajo el sol.

-Xena.

-Solo bromeaba Gabrielle.

-Sí, seguro.

-Y dime, ¿disfrutaste anoche de tus adoradas estrellas?

-Sí, ya sabes cuanto disfruto de ello. Y tú como siempre te dormiste instantáneamente.

-Bueno, sí. Ya sabes como soy.

-Sí, bueno, hasta que tuviste la-

-¿Pan, Gabrielle? –me interrumpe Xena abruptamente.

-Sí, gracias. Bueno, como te decía, hasta que-

-¿Más sal?

-No gracias. Estoy bien. –le respondo un poco brusca y continúo –Te decía lo de tu pe-

-Gabrielle, después podríamos-

-¡Xena, no me estás poniendo atención!. –ahora soy yo la que interrumpe. - Hace una hora que estoy tratando de preguntarte sobre tu-

-Sí Gabrielle, lo sé -¡y vuelve a interrumpirme!. –Sobre mi pesadilla.

Pero al ver que finalmente está enfrentando el tema la dejo continuar.

-Lo que pasa es que no quiero hablar de eso –me dice cabizbaja.

-¿Estás segura?

-Sí. –me contesta secamente, y prefiero no seguir insistiendo. Sé que cuando no quiere hablar no hay quien le haga cambiar de opinión. Sólo espero que no sea nada grave. No la quiero ver atormentada por Callisto igual que yo. La pobre ya tiene suficiente con tener que agüantarme a mí, para que ahora tenga que preocuparse de Callisto.

-Gabrielle…-su voz me saca de mis pensamientos

-¿Sí?

-Discúlpame, ¿bueno?. Ya sabes como puedo ser a veces. Mira, no quiero que te preocupes por mí. Estoy perfectamente bien. En lo que a mí respecta lo de anoche fue sólo un mal sueño. No quiero permitir que Callisto siga viviendo a costa nuestra, no lo voy a permitir Gabrielle. Nunca más dejaré que se vuelva a acercar a ti, que te hiera o te lastime de ningún modo.

-Lo sé -le respondo, y es la verdad.

Creo en ti Xena, y sé que a tu lado estoy más segura que al lado de cualquier otra persona. Eres mi refugio, mi fuerte, mi hogar.

-Te quiero Xena.

-Yo también te quiero Gabrielle –me responde, mientras sus ojos repentinamente sus ojos toman una especie de brillo particular. Qué raro, nunca antes había notado ese brillo en los ojos de Xena.

-Gabrielle, creo que debemos desayunar rápido. –agrega repentinamente.

-¿Qué pasa?

-Nada grave. Sólo quiero asegurarme de algo. Necesito viajar al Inframundo para hablar con Hades.

-Pero Xena- le respondo preocupada. -¿No dijiste que no ocurría nada grave?

-Así es. No es nada grave. Es sólo que necesito hacerle unas preguntas.

-Está bien…-respondo mientras trato de tragar más rápido.

-¡Ya Gabrielle!, no es para tanto. No te vayas a atorar.

-Nom –respondo con la boca llena.

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Camino al lago en el cual Xena planeaba efectuar su viaje al Inframundo, nos topamos con una villa, que pese a su tamaño parecía estar muy agitada. Se veían muchas personas corriendo de un lado para otro. Muchos niños jugando, y en general un ambiente de festividad. ¡Que entretenido!, ¿que sería?. Un festival de música, una compañía de teatro. Quizás hasta tenía suerte y era un festival de bardos.

-¡Xena, Xena!

Me grita Gabrielle, muy exaltada desde abajo.

-¿Qué pasa Gabrielle?, ¿quieres montar a Argo?

-No Xena, es la gente, ¡mira!

No entendía muy bien a que se debía tanto alboroto, ¿cuál era su punto?

-¿Qué tiene de raro esa gente?, ¿qué pasa Gabrielle? –trato de sonar no tan exasperada, aunque en realidad ya lo estaba.

-Toda esta gente, ¡debe haber algún festival aquí!

-¿Y? -pregunté, sin disimular mi desinterés.

-¡Xena, quizás hay algún evento para mí! –me contestó entusiasmada, con una sonrisa de oreja a oreja. No tuve el valor de decirle que no, ¿como podría?, si con esa sonrisa me convencía instantáneamente.

-Apuesto que sí –le respondí animosamente y luego agregué -Entonces vamos. Y mientras tú te das una vuelta por la villa, yo buscaré un lugar para que nos alojemos, ¿de acuerdo?

-¡Grandioso!. Ah, pero Xena, ¿qué pasa con lo de Hades?

-Te dije que no era importante, ¿recuerdas? Un día más o un día menos no hará gran diferencia. –eso espero, agrego para mí misma.

Capítulo 6

Gabrielle tenía razón. Sí había un evento en que el que podía participar, ¿en qué más por supuesto?, en el de barda. Estaba asombrada por la diferencia de actitud de Gabrielle. Era como si mi vieja alegre amiga haya sólo estado durmiendo temporalmente, y ahora había despertado, ¡y sí que había despertado!. Que alegría me daba verla. Ya no había dudas, esta era la Gabrielle que yo conocía. La radiante, ingeniosa y elocuente narradora de historias que había cambiado mi vida por completo. No podía esperar verla recitando sus escritos. ¡Uf!, si hasta creo que yo estoy más nerviosa que ella, ¡ja!.

Pero mírenla, si allá está observando a dos jóvenes músicos que interpretan animosamente una melodía que animaba al baile. El joven tocaba un lira con mucha maestría, mientras la joven de muy dulce voz le seguía la corriente, mientras con su cuerpo trataba de que la gente aplaudiera y se uniera al jolgorio. Me acerco a Gabrielle, quien al verme llegar me sonríe y antes de que yo diga nada, con un movimiento de cabeza me indica hacia la joven, y me anima a que me una al aplauso rítmico colectivo. ¡Uf Gabrielle!, pienso. Sabes que no soy buena para estas cosas, y especialmente en público. Y como si me hubiera escuchado frunce su seño y luego me vuelve a demostrar como debo aplaudir y mover mi cuerpo al mismo tiempo. Esta bien Gabrielle, tú ganas. Y comienzo a seguir al aplauso colectivo, tímida al principio, pero un poco más tranquila después de mirar como Gabrielle me sonríe al ver que le he seguido el juego.

¡Bravo, bravo!, comienzan todos a gritar, mientras se escuchan sonidos de monedas que caen sobre una pequeña cajita especialmente diseñada para recibir la gratitud de los espectadores.

-¡Xena, Xena, ya terminó! –me dice Gabrielle, mientras yo continúo golpeando las palmas.

-Ups –le contesto cuando me doy cuenta de que ya todos se estaban yendo.

-Ja, ja Xena. Tú nunca cambiarás. En fin, ¿encontraste algún lugar en el que hospedarnos?

-Así es –contesto orgullosa.

-¿Y cuánto pagaste? Me refiero a que debe haber una gran demanda por lo del Festival. Los precios deben haberse ido a las nubes.

-Así es. Pero, ¿tú crees que no he aprendido nada al viajar con la mejor regateadora de toda Grecia? –le contesto con una sonrisa.

-Eso espero –me dice seriamente.

-¿Quieres que te muestre el lugar?. Es bastante decente.

-No por ahora Xena. Ahora quiero darme unas vueltas más por el pueblo, antes de que me toque mi turno de presentarme.

-Pero Gabrielle, ¿que no piensas ensayar?, ¿y qué vas a contar?

-Ja, como si las historias no me las supiera yo de arriba para abajo. Recuerda que yo escribí cada una de las letras en esos pergaminos.

-Lo sé. Es sólo que pensé que querías estar un rato a solas, en paz, para concentrarte.

-Ay Xena. La única concentración que necesito la voy a obtener sabiendo que no te estás aburriendo aquí. Eso es lo principal.

-Entonces no tienes de que preocuparte.

-¿En serio?. Entonces, ¿prometes divertirte en lo que queda del día?

-Te doy mi palabra.

-Bueno, entonces te dejo para que te diviertas.

-Gabrielle…

-Lo sé. Es sólo que pensé que querías estar un rato a solas, en paz, para concentrarte…

-Ja, ja, que graciosa –le digo refunfuñando, y observo que algo vuelve a captar la atención de mi amiga.

-¡Xena, es un malabarista! –me grita prácticamente de entusiasmo.

-Sí, ya me di cuenta. –le contesto mientras la acompaño para verlo más de cerca.

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El día pareció irse en un instante. Que increíble, creo que junto a Gabrielle las cosas más insólitas me parecen interesantes. Bueno, sólo me duelen un poco los pies, pero definitivamente valió la pena el ver a prácticamente todos los artistas que presentaban sus gracias entre los eventos. Sí, me divierto. Pero lo que más me alegra es tener a Gabrielle junto a mí riendo a carcajadas. Esto me hace inmensamente feliz. No puedo evitar sonreirle cada ve que ella voltea a mirarme como para comprobar que de verdad me estoy divirtiendo. Sin embargo, noto que aparte de la alegría obvia que me produce el verla feliz, hay algo más que está haciendo que mi corazón acelere su latir cada vez que ella me devuelve la sonrisa. No entiendo bien esto. Es una sensación que jamás antes había sentido. Es extraño, pero no por eso deja de intrigarme. Trato de no pensar en ello,y sólo dejarme llevar por el momento y las emociones. ¿Qué dije?, ¿emociones?, ¿yo hablando de emociones?. ¿Te das cuenta Gabrielle en lo que me has convertido?, pienso mientras la vuelvo a mirar. Ella se ríe junto al bufón que está ahora captando la atención de los transeuntes, y al notar que la estoy mirando se da vuelta y siento como repentinamente un calor invade mi rostro. ¡Que vergüenza!.

-Ja, ja. Xena, no tienes porqué avergonzarte. Incluso las Princesas Guerreras pueden darse el lujo de disfrutar de un bufón sin temer reir. –me dice dándose cuenta de mi evidente sonrojo.

-Sí –le contesto girando rápidamente mi cabeza, de vuelta al bufón, para ya no ver su rostro, sus ojos, su sonrisa. Por los Dioses, no puedo creer lo que está pasando aquí. ¿Me siento nerviosa de estar junto a mi mejor amiga?. Mi corazón galopa más rápido que la propia Argo y no entiendo por qué. ¿Qué provoca esto?. Bueno, la pregunta es bastante tonta. Es obvio que es Gabrielle, pero ¿por qué?. Trato de descifrar lo que estoy sintiendo cuando repentinamente soy sacada de mis pensamientos por un tirón en mi brazo, de parte de Gabrielle.

-Xena, ¿estás bien?. Estás como ida, y ese rubor…todavía no se va de tu cara.

-Ah!, es toda esta gente encima de mí.

-Ah…claro. Pero ahora tenemos que irnos, pues debo buscar mis pergaminos. Por favor condúceme a nuestros aposentos. –me dice mientras simula los modales de una Princesa.

-Como usted ordene –le contesto haciendo una especie de reverencia.

Gabrielle me mira media incrédula y me pregunta sonriente:

-Xena, ¿segura que estás bien?. A ver, dime quién eres y que hiciste con MI Princesa Guerrera?

-SU Princesa Guerrera está sana y salvo, sólo necesita tomar un trago para refrescarse.

Sí, y para calmar mis malditos nervios, agrego para mí misma.

-Está bien. Entonces, me muestras donde está la posada, y mientras tú te tomas tu trago, yo preparo mis pergaminos. ¿Te parece?

-Buena idea. –le contesto, y emprendemos rumbo a la posada.

Capítulo 7

Bueno, prácticamente me tragué el trago, porque no quería llegar atrasada a la cita con Gabrielle. Se suponía que nos juntaríamos en la entrada de la posada, y de ahí nos dirigiríamos al Festival de Bardos. Sí, ya estaba mejor. El trago había hecho su trabajo y ya era yo de nuevo, la Xena calmada y en control. Uf, debe haber sido el ambiente, la gente , las risas, qué se yo, lo que me hiceron pensar por un momento que los sentimientos hacia mi amiga eran de otra índole. Claro, eso debe haber sido, porque ¿cómo yo voy a estar ena-?, ¡ja!. Todo esto de Callisto me ha vuelto la cabeza al revés. Eso debe ser. Ah Callisto, como debes estar disfrutando esto si me ves, donde quiera que estés.

Sumergida en mis pensamientos, repentinamente noté la presencia de aguien a mi lado. ¡¿Qué?!

-¡Gabrielle!.

La visión ante mí me deja boquiabierta. La hermosa mujer que tengo frente a mí, y que no había notado llegar por mi ensimismamiento era Gabrielle.

-¡Por los Dioses, te ves hermosa! –no pude evitar decir en un tono más que efusivo.

-Xena, ¿no me digas que estuviste comiendo pan de nuez con beleño?, ja, ja. –me pregunta Gabrielle riendo.

-Es la verdad Gabrielle.

-Bueno…gracias –me responde casi tímida. Trato de no ser tan obvia en mi apreciación de su figura. Así que disimuladamente comienzo a inspeccionarla. Lleva un vestido rosa, muy claro, ajustado a la cintura y cubriéndola casi hasta los tobillos. Sin embargo, sus hombros se exhiben sin pudor, dejando ver mejor la suave línea de su cuello. Lleva el pelo suelto, hacia atrás, y noto que su muñeca izquierda es adornada por una llamativa pulsera.

-¿Y eso? –mi curiosidad me come.

-Es un recuerdo de Perdicas. Espero que me traiga suerte esta noche.

-La suerte te la fabricas tú misma. –contesto secamente.

Ella me mira confundida, no sabiendo bien el porqué de mi actitud. Trato de cambiar el tema.

-Y bueno, ¿cómo estamos con la hora?

-Ah sí…vamos. No quiero llegar atrasada.

-Gabrielle, ¿y tus pergaminos?

-Ya los vi. Y ya escogí cual historia voy a contar.

-Esta todo en tu cabeza, ¿cierto?

-Ya te lo dije. –me contesta con sobrada seguridad.

Al llegar al lugar en el cual Gabrielle se presentaría, me di cuenta de que parecía como si todo el pueblo estuviera concentrado ahí. Bueno, tiene sentido. Ahora que recuerdo Gabrielle dijo que este era uno de los últimos eventos del día, así que imagino que por eso mismo causaba tanta expectación. ¡Que bullicio!. No soy buena para estar entre tanta gente. Me siento ahogada. Ah, ¡y sigo reclamando!, que tonta soy, en vez de alegrarme por poder ver a Gabrielle haciendo lo que más le gusta. Está bien Xena. Ya actúa como una mujer madura. Hm, me parece que por allá hay un lugar desocupado.

Estaba en lo correcto. ¡Ja!, después de todo no quedé tan mal. Desde aquí nadie me tapa, y no estoy tan lejos del escenario. ¡Perfecto!. Ok, que empiece la función.

Uno a uno van desfilando los bardos. Casi todos son jóvenes igual que Gabrielle, y son muy buenos. Pero son totalmente diferentes a mi amiga. El estilo de Gabrielle es más directo, más ingenioso y definitivamente más envolvedor que el de estos muchachos. Ja, no te preocupes Gabrielle. Esto es pan comido. Tu habilidad no se compara a la de ellos. Eres cien veces, no, mil veces mejor, ¡ja!. Uf, sólo espero que salga pronto a escena. Con cada minuto que pasa me impaciento un poco más. Vamos Gabrielle…

-¡Bravo!

Gritan todo efusivos. ¡Bah!, no me fijé en él. En realidad no estaba poniendo mucha atención a lo que decía. Estaba preocupada pensando en Gabrielle y esa pulsera. ¡Demonios!, no puedo negar que me sentí mal cuando me comentó que se la había dado Perdicas. Oh, oh. Ya no me cabía duda. El amor que sentía hacia Gabrielle era más que el amor de una amiga por otra, o de una mejor amiga por otra. Yo estoy enamorada de ella…pero, ¿desde cuándo?. Realmente no entiendo esto. Siempre pensé que lo que sentía hacia ella era como el cariño de una hermana a otra…pero, ahora que lo pienso…siempre que algún hombre comenzaba a rondarla, yo me tensaba. Algo dentro de mí reaccionaba y me ponía de mal humor. Supongo que eran celos…!Dioses!, y si hoy sentí celos sólo porque Gabrielle estaba usando la pulsera que le había dado su difunto esposo, entonces, quizás realmente sí tuve algo de culpa por la muerte de él. Quizás mis celos hicieron que me paralizara, y una parte de mí simplemente no quiso reaccionar. Insisto en pensar que pude haber reaccionado más rápido. Gabrielle, creo que después de todo Callisto no es la responsable total de todo esto…

Repentinamente, como por instinto, mis ojos se levantan y miro hacia el escenario. Es Gabrielle quien ha salido a escena y está lista para comenzar. Luego de una rápida mirada al público, eleva su voz:

ESTA ES LA HISTORIA DE DOS AMIGAS… –comienza.

QUE SE CONOCIERON HACE NO MUCHOS INVIERNOS…

Gabrielle…

PERO A PESAR DEL POCO TIEMPO QUE HAN COMPARTIDO

HAN VIVIDO YA LO SUFICIENTE PARA ESTA VIDA Y LA

SIGUIENTE…

El público concentrado absolutamente en Gabrielle. Era como yo decía. Todos se dejaban seducir por sus palabras, se dejaban llevar por sus emociones. Yo observaba fascinada, alternando mis miradas entre mi barda y las reacciones de la gente.

DESDE EL RICO HASTA EL MAS POBRE

DESDE EL REY HASTA EL MENDIGO

A TODOS, ELLAS HAN SOCORRIDO…

Gabrielle, Gabrielle. ¿Cómo podía yo no caer también en tu hechizo?. ¿Cómo podía esquivar las flechas de Cupido?, si eres todo lo que siempre busqué, pero que nunca pensé que tenía derecho a tener. Eres mi familia, mi amiga, mi guía, mi luz…

PERO UN DIA, EL DESTINO LES JUGO UNA BROMA CRUEL

Y UNA MALDICION ENTRO EN SUS VIDAS

OTRA GUERRERA DESEOSA DE VENGANZA

ATACO CON FIEREZA

AMENAZANDO CON DESTRUIR NO SOLO SUS VIDAS

SINO TAMBIEN SUS ALMAS…

Gabrielle, ¿qué dices?

LA MALVADA ERA HABIL

Y POR SUS MANOS SANGRE CORRIO

SANGRE QUE MANCHO NO SOLO SUS MANOS

SINO TAMBIEN LA DE LAS AMIGAS

TODO PARECIA PERDIDO…

¿Cómo puedes ser tan valiente?. ¿Cómo puedes enfrentar tu sufrimiento así?. Supongo que esta es tu manera. Supongo que así estás exorcizando de una vez por todas los demonios que nos han acechado a ambas.

PERO NO TODO ESTABA PERDIDO

ASI COMO LA VIDA QUITA, LUEGO TE COMPENSA

Y LUEGO UN DIA SE DIERON CUENTA

DE QUE NO HABIAN OLVIDADO COMO SONREIR…

Por los Dioses Gabrielle. Quisiera tenerte a mi lado y abrazarte , y decirte todo esto que tengo aquí, atorado dentro de mí. Todo esto que me ahoga, y que clama por salir…

AHORA VIVEN EL DIA A DIA

SEGURAS QUE HAY MAS POR DESCUBRIR

MAS POR CONOCER, MAS POR DISFRUTAR

LO LOGRARAN, PORQUE SON LAS MEJORES AMIGAS…

SON…XENA Y GABRIELLE…

PERDICAS…

¿Qué?

-¡¡¡PERDICAS!!!

Súbitamente, la voz de Gabrielle, se eleva aún más, y las facciones de su rostro comienzan a dibujar mil expresiones. Primero, sus ojos se abren enormente, luego, una sonrisa y a continuación lágrimas. Por los Dioses, ¡¿qué sucede?!. Su sonrisa se vuelve más amplia y de sus ojos saltan chispas de felicidad. Rápidamente, trato de dirigir mi mirada al lugar que parece haberla sacado totalmente de sus casillas. Busco…sigo buscando. Maldición, ¿qué pasa?, no veo a nada ni a nadie. Pero de repente, mi mirada reconoce a una figura entre la multitud, ¿es que acaso esta es otra de mis pesadillas?. El hombre que se encuentra en el público la mira con fascinación, sonriéndole. Gabrielle baja del escenario, y comienza a abrirse paso entre la gente, para finalmente llegar hasta el hombre y abrazarlo con denotada urgencia, mientras más lágrimas caen y se deslizan por su extasiado rostro de felicidad. El hombre era ¡¿Perdicas?!

Me quedo mirándolo y siento como un pánico repentinamente comienza a apoderarse de mí. Luego, ya no agüanto más y comienzo a avanzar lo más rápido que puedo abalanzándome sobre la multitud que se me interpone,y que observa la escena con curiosidad. Pareció una eternidad desde que me levanté de mi asiento hasta llegar junto a Gabrielle y Perdicas. Dioses, nunca había visto a Gabrielle sonreir así en todo el tiempo que llevábamos juntas. ¿Cómo pude pensar que algún día ella podría ser para mí?. Como me hubiera gustado que al menos una vez me haya dedicado una sonrisa así. ¡Uf!, aquí estoy de nuevo, siempre pensando en mi primero. Pero mírenla, si está más bella que nunca. Y a pesar de que por un lado la escena me rompe el corazón, por el otro el ver que su luz ha regresado por completo compensa todo el dolor. Que seas feliz Gabrielle. Mientras tú lo seas, yo también lo seré.

No sé cuanto rato me quedé ahí mirándola sin emitir palabra. Repentinamente una voz me saca de mi ensoñación.

-Hola Xena. –se dirige hacia mí Perdicas con una sonrisa, mientras Gabrielle finalmente comienza a liberarlo,y al darse cuenta finalmente de mi presencia con lágrimas en los ojos me dice:

-¡Xena, Xena!, ¡Es Perdicas!, ¡Perdicas!

-Así parece Gabrielle –le contesto esbozando una sonrisa.

Y la observo volver a aferrarse a Perdicas nuevamente, cual moribundo se aferra a la vida, sin querer dejarla ir.

-Creo que nos haría bien un buen trago –acoto interrumpiéndolos.

-Creo que sí –me responde Perdicas.

Y a continuación toma a Gabrielle por la cintura y le dice:

-Vamos Gabrielle. Xena tiene razón. También me vendría bien un trago.

Y así emprendemos la marcha, y entramos a la primera taberna que encontramos.

Capítulo 8

 

-¡Pero Perdicas, ¿cómo es esto posible?!, ¡¿desde cuándo estás vivo?!, ¡¿cómo nos encontraste?!, ¡¿quién hizo esto?!

Escuchaba a Gabrielle casi atorándose. Luego dirijo mi mirada a Perdicas, quien la observa entre risueño y asustado.

-Gabrielle –tratando de calmarla. –Deja que el pobre respire. Ah mira, ahí viene la cantinera.

La mujer deposita los dos vasos de oporto. Uno frente a Perdicas y otro frente a mí, para a continuación entregarle uno con agua a Gabrielle.

-Ja, ja. Tranquila Gabrielle –dice Perdicas nerviosamente. –Son muchas preguntas a la vez, y no estoy muy seguro de tener las respuestas.

Gabrielle y Perdicas están sentados en frente mío. Noto como Gabrielle aún no le ha soltado la mano a su amor en lo absoluto, y como sus ojos parecen no poder despergarse de él, observándolo fascinada mientras Perdicas trata de explicar lo acontecido.

-Gabrielle…todo esto es tan extraño. No tengo las ideas muy claras…

-Pero Perdicas, ¿algo debes recordar, no? –le pregunto seriamente.

Y a contuación me encuentro con la mirada de Gabrielle a quien obviamente le molestó el tono de mi voz.

-No te preocupes Perdicas, ya recordarás. Lo principal es que ¡ahora estás aquí!, de nuevo a mi lado. Y ya tendremos el tiempo suficiente para hablar. –concluye Gabrielle.

-Gabrielle… –le susurra Perdicas –Estoy feliz de estar de nuevo a tu lado.

-Yo también Perdicas.

Y ambos le damos un sorbo a nuestros tragos. Mientras Gabrielle que aún no ha tomado un sorbo de su agua, continúa observando a Perdicas y sonriendo. Uf, creo que esta va a ser una noche muy larga…

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Una vez que llegamos a la posada, recuerdo que solo había alquilado una habitación para mí y Gabrielle. Maldición. Creo que lo mejor será que me vaya a dar una vuelta por el pueblo. Ya es muy tarde, quizás lo mas conveniente será esperar que amanezca afuera. Me sentiría demasiado incómoda en la misma habitación con Gabrielle y Perdicas. Deben tener mil cosas que decirse. Odiaría interrumpirlos. Debo dejarlos solos, para que se reencuentren por completo. Debo dejarlos solos para que hagan- bueno, lo que sea que quieran hacer. Dioses, a buena hora me vine a dar cuenta de mis sentimientos por Gabrielle. ¿Cómo pude haber sido tan ciega?. ¿Cómo no haberme percatado antes, mucho antes de que toda esta locura se desatara y evitar que Gabrielle hubiera pasado por todo lo que ha tenido que pasar?. Aunque , ¿quién me asegura que no hubiera hecho sufrir a Gabrielle, al revelarle lo que sentía?. ¿Qué hubiera pensado de mí?. Dioses es obvio que ella me quiere como a una hermana, y yo aquí pensando estas cosas. Creo que hubiera sufrido igual, aunque habría tratado de disimularlo. Pero seguramente si no me abandonaba al instante, lo hubiera hecho tarde o temprano. Quizás todo pasó como debía pasar. Quizás por una vez en mi vida los Dioses se han apiadado de mí, o en realidad de Gabrielle, y le han devuelto a la persona sin la cual no podía vivir.

-Xena, ya es muy tarde. Creo que lo mejor es que nos vayamos a la cama de una buena vez por todas.

-Sí Gabrielle, eh…pero, ustedes adelántense. No se preocupen por mí. Creo que iré a caminar un rato.

-Pero Xena, ¿qué estás diciendo?, ¿cómo te vas a ir a caminar a estas horas de la noche? – me pregunta incrédula.

-Sí, es que no tengo sueño. Además, necesitan tiempo para estar a solas.

-Xena, no te preocupes por eso. Gabrielle y yo tenemos todo el futuro por delante. Creo que ahora todos necesitamos descansar. – me dice Perdicas cortésmente.

-Ya, no sigan discutiendo. Les dije que quiero dar una vuelta por el pueblo. Además, con el famoso Festival, seguramente las calles estarán con actividad por más rato. Seguramente quedan artistas aún entreteniendo a los trasnochadores. Quizás si tengo suerte hasta me encuentre con un bardo.

-Ja, ja. No puedo creerlo. ¿Entonces, de verdad te estabas diviertiendo Xena?

-Por supuesto, ¿tenías dudas?

-Creo que no. Está bien. Ve a caminar. Pero cuídate, ¿bueno?

-No te preocupes, ya soy una chica grande. Y tengo algunas nociones de defensa personal. Estaré bien, no te preocupes. –le digo con una sonrisa maliciosa.

-Está bien. Nos vemos más tarde. –agrega Perdicas.

-Sí, seguro. –les respondo.

Me doy media vuelta y comienzo mi retirada. Justo antes de llegar a la puerta la tentación me vence y me giro para echarle un último vistazo al amor de mi vida que camina del brazo de alguien más. ¡Dioses!

Capítulo 9

Tenía razón. El pueblo aún seguía igual de activo. Sí, es verdad. Ya las calles no estaban tan saturadas, pero aún quedaba mucha gente con ánimo de fiesta. ¡Ja!, incluso hasta familias con niños pequeños pasaban junto a mí, qué increíble. Esta gente parecía ser inagotable. Bueno, mejor para mí, así me ayudaban a pasar la noche más rápidamente. Entre el bullicio que aún inundaba el ambiente y la conmoción por la presentación de algún artista que todavía seguía con ánimos de actuar, supongo que las horas pasarán volando. Bueno, pero ahora estoy sola, y en realidad ver todos estos espectáculos no tiene gracia sin Gabrielle a mi lado. Fue en realidad gracias a ella, que pude agüantar todo este ambiente dicharachero, y olvidar por unas horas cuánto siempre me ha molestado todo este ruido. Bueno, pero ya no me queda otra. De ninguna manera pienso regresar de nuevo allá.

Ah que bien. Ahora un bardo se dispone a contar una historia. Aunque estoy muy lejos para oír lo que dice, puedo distinguirlo entre el gentío. Sus movimientos me recuerdan en cierto modo a Gabrielle, especialmente ese cuando mueve las manos exageradamente. Oh Gabrielle, ojalá fueras tú la que estuviera frente a mí, narrándome tus historias una y otra vez. Nunca te lo dije, pero creo que ya me sé tus pergaminos tanto o mejor que tú. Quizás algún día yo te los recite a ti. ¡Ja, ¿qué estoy diciendo?!, ¿yo?, ¿recitando?. Por los Dioses, ¡¿qué ha hecho esta mujer conmigo?! Me he vuelto una tonta sentimental, mis ideas ya no parecen tan claras. Pareciera como si repentinamente mis pensamientos se hayan mudado de mi cabeza a mi corazón. Siento que mi corazón ya no me pertenece, tiene vida propia y late con una fuerza que no creía posible. No tengo ningún control sobre él, y estoy condenada a tratar de hacer lo posible por que nadie se de cuenta. Creo que deberé tratar con todas mis fuerzas, y volver a poner sobre mi rostro esa máscara efectiva que no demuestre el remolino que se agita dentro de mí. Debo volver a ser la Xena fría, y en control. Después de todo, esa habilidad me ha acompañado ya por muchos años, ¿cómo ahora no voy a poder utilizarla para que Gabrielle no se entere de mi tormento?

Ay Gabrielle, es que contigo las cosas desde un principio fueron distintas. De alguna manera lograste derribar todos los muros que tan dedicadamente había construído a mi alrededor. Pero tú desarmaste mis defensas, y las destruíste todas. Como son las cosas…después de todo, la barda también tiene algo de guerrera, y me ha vencido sin siquiera darme cuenta. Así es Gabrielle. Me venciste y ahora eres la dueña de mi corazón. Caí rendida ante ti como una quinceañera. ¡Ja!, y ahora que me escucho a mí misma me voy dando cuenta de que en verdad algo de tu habilidad de barda debe haber pasado a mí, ja, ja, bueno, una cosa poca. Evidentemente nunca te llegaría ni a los talones, nunca, jamás podría tener esa facilidad que tienes tú con las palabras. Pero me contenta saber que aunque poco, algo de barda tengo. No sabes cuán feliz me hace esto. El darme cuenta de todas las maneras en las que has cambiado mi vida, en cómo me has ayudado a ser una mejor persona. Dioses, como quisiera tener el valor para decirte cara a cara todas estas cosas. Decirte lo que significa todo lo que has hecho por mí. Sé que nunca tendría palabras suficientes para expresarte mi gratitud. Y espero que en el fondo de tu corazón tú ya lo sepas. Que puedas leer mis ojos y saber que te quiero, y que si a veces actúo un poco distante no es por ti, no es que no quiera ponerte atención. Es sólo que a veces me sumerjo en lo profundo de mis pensamientos y me dejo llevar por sus palabras. Quizás ella cree que no me interesa lo que tiene que decir. ¡No Gabrielle!, es cierto que al escucharte me despego de la realidad, pero no eres tú, son tus palabras y no otras, las culpables de eso. Tú y tu hechizo…Y ahora, tus palabras nunca volverán a deleitarme nuevamente. Tus historias ya no estarán dirigidas a mí, sino que a Perdicas. Tus ojos ya no buscarán los míos, sino los de tu ex-esposo muerto…Me pregunto quién es el responsable de su vuelta a la vida. ¿será Hades?. ¡Hades!. Con todos los acontecimientos de este día se me había olvidado por completo que debo buscar a Hades para preguntarle por lo de Callisto. Algo no me huele bien…Callisto nunca es sinónimo de algo bueno, así que lo mejor será salir apenas amanezca. Dioses, me pregunto si alguna vez la maldad de Callisto se extinguirá por completo. Debo confesar que aún temo verla aparecer de nuevo, sonriéndome burlonamente. Uf, mejor no sigo pensando en ella. Bien, sé que donde quiera que estén los muertos pueden oír los pensamientos de los vivos y no quiero ser la responsable de volverla a la vida nuevamente, claro que no.

-Ja, pero Xeeeena, ¿no me vas a decir que no la pasamos bien juntas?

Mi piel se eriza en un instante, mi corazón comienza a latir con fuerza. Con mis ojos trato de buscar de donde viene esa voz cuando de repente, entre la multitud que todavía observaba al bardo se comienza a abrir paso la figura de mi peor enemiga.

-¡Callisto!, ¿es acaso esto otra pesadilla?

-Hm-hm, no exactamente querida –me responde con una de sus típicas odiosas sonrisas. –Soy tan real como tú. Mira, tócame si no me crees. –agrega mientras toma una de mis manos y la acerca a su cuerpo. Con prontitud retiro mi mano y le digo:

-No te creo Callisto. Sé que este es otro más de tus trucos. Tú ya estás muerta. Y los muertos están en los Campos Elíseos o en Tártaro. Así que ya déjame tranquila y vete por donde viniste.

-Ah, ¿así que los muertos sólo están en los Campos Elíseos o en Tártaro, hm?, ¿y qué me dices de Perdicas , querida?

-¿Cómo sabes lo de Perdicas?

-Ay Xena, yo sé muchas cosas. Ja, ja, es una de las ventajas de poder pasearme de realidad en realidad.

-¿Pero cómo?, ¿eres humana, inmortal, o qué?. Veo que Hades es todo un despreocupado.

-No culpes al tonto de Hades amiguita. Tú ya sabes bien de quién es la culpa. –me dice mientras toma uno de los mechones de mi cabello.

Con fuerza la empujo , pero mi certero golpe no es tan eficaz como esperaba. Ni siquiera logro que se mueva un centímetro.

-Ay Xena, ¡te eché tanto de meeenos!

-Es suficiente Callisto. Si esto es una pesadilla, ya quiero despertar. Quiero que te devuelvas a donde perteneces.

-¡Uf!, ¿qué, acaso el que Gabrielle te dejara por el imbécil de Perdicas hizo que perdieras tu capacidad auditiva?. Ya te lo dije…esto no es una pesadilla, es la realidad…aunque para mí es como el mejor de los sueños. –me contesta con su irritante timbre chillón.

-Ok Callisto. Tienes toda mi atención. ¿Qué es lo que quieres de mí? –le pregunto tratando de ver si podía sacarle alguna información útil.

-Así me gusta Xena. Te conviene ser una buena chica conmingo. ¿No querrás que me e-?

-Está bien. –la interrumpo. -¡Me aburriste!, no tengo porque seguir escuchándote.

Y me doy vuelta rápidamente tratando de borrar de mi visión su rostro. Pero ante mi sorpresa, apenas me doy vuelta y de nuevo la tengo en frente de mí, aún sonriente.

-¡Por los Dio-¡

-Los Dioses son unos inútiles, créeme, no los necesitamos para nada. Son mas bien un estorbo. Pero, yo no vine a hablar de Dioses, sino de otra cosa… ¿Recuerdas la última vez que conversamos?

No le digo nada y sólo la miro despectiva.

-Bueno, no sé para qué te lo pregunto si sé que sí. No me puedes sacar de tu mente, ¿cierto Xena?, ja, ja, ja.

Mi paciencia se está acabando , pero creo que debo seguir soportándola para saber de una buena vez que es lo que quiere.

-Bueno Xena –continúa –Recuerdas que la última vez que hablamos te noté un poco preocupada por lo de Perdicas. ¿Recuerdas?. Y tú tontita, pensaste utilizarlo a él para hacerme sentir culpable. Ja, ja, ja, ¡qué graciosa eres Xena!. Pero era como yo decía, no me mires con esa cara…Yo no tengo nada que ver con su vuelta a la vida. La respuesta yace dentro de ti. Así es. Por lo visto te sentías más culpable de lo que creías y ahora ya tus súplicas fueron escuchadas, y le devolvieron la vida a ese idiota. Ja, ja, qué tonta eres Xena, ¿cómo puedes sentirte culpable por algo que yo hice?, el crédito es TODO mío, y no estoy dispuesta a compartirlo contigo.

-Estoy de acuerdo –le contesto tratando de sonar igual de burlona, pero no puedo evitar pensar que no deja de tener razón. Quizás mis súplicas habían sido escuchadas por algún Dios, después de todo Gabrielle no tenía porqué pagar por los pecados que yo había cometido.

-Y dime Xena, ¿qué vas a hacer ahora?. ¿Te vas a quedar con los brazos cruzados mientras ese insípido otra vez se lleva a tu amiguita?

-Eso a ti no te importa.

-Oh sí Xena, claro, claro que me importa…créeme.

-Mira Callisto, ya te lo advertí una vez y no lo volveré a hacer de nuevo. Con Gabrielle no te metas, ¿me oyes?. Aleja tus inmundas garras de ella, no quiero que tu suciedad contamine a la persona más pura que habita la tierra.

-Ja, ja, ja. Xena, ¡escúchate!. No hubieras podido sonar más cursi, ja, ja. Siempre te lo he dicho querida, tu defecto es que eres una tonta sentimental. Piensas con el corazón, no con la cabeza.

¡Uf!, no la soportaba, me tenía harta. ¿Cómo alguien puede ser tan odioso?

-Lástima que la ingenua Gabrielle no se haya dado cuenta de esto.

-¿De qué? –pregunto tratando de no salirme de mis cabales.

-De que te tiene en la palma de su mano. Nunca pensé que eras del tipo perrita faldera. Una cosa es admirar a alguien, pero tú hablas de ella con una estúpida adoración, ¡ja!, ¿y así hablas siempre de ella y la muy tonta no se ha dado cuenta de que estás enamorada como una ilusa?, ¡ja, ja, ja!.

No puedo creerlo. ¿Es que acaso lo tengo escrito por toda la cara? ¿Cómo es esto posible?, si yo recién acabo de darme cuenta de mis sentimientos por Gabrielle, y aquí Callisto me lo dice con una naturalidad que me sorprende, como si lo supiera desde siempre.

-Ah, pero no te preocupes querida –continúa con una sonrisa, y acercándose a mi oido me dice susurrando –No soy celosa. Bueno…no por ahora.

Y apenas concluye esto desaparece. La busco por todos lados, y ya se ha ido. Lo único que veo a mi alrededor son algunas personas que me miran, y que murmullan entre sí. Luego, comienzan aplaudir efusivos.

-¡Bravo, bravo! –gritan todos.

Y luego siento como comienzan a caer monedas a mi alrededor, de parte de las personas. ¿Qué demonios?…!Por los Dioses, qué vergüenza!. Seguramente debieron pensar que yo era uno más de los artistas al verme hablando sola. ¿Qué fue todo esto?. ¿Ya estoy delirando, o qué?. Ahora sí me estoy volviendo loca. Hablando con nadie en plena vía pública, ¿tendrán las Furias algo que ver con mi estado?, me pregunto mientras me agacho a recoger un par de monedas, disimulando, para luego salir volando de ahí. Ja, ja, Gabrielle, cuánto te habrías reído con todo esto. Imagínate, la Princesa Guerrera ganándose la vida como una artista callejera, ja, nunca me lo vas a creer. Lo mejor será que vuelva a la posada, definitivamente necesito dormir, sólo espero encontrármelos dormidos. Ahora sí que no queda mucha gente en las calles, ¡ja!, creo que yo fui el espectáculo que cerró la noche.

Al llegar a la posada trato de entrar sin hacer mucho ruido. A la única persona que veo es a la dueña del local que increíblemente todavía sigue en pie.

-Buenas noches –le susurro.

-Buenas noches, parece que las festividades del pueblo la entretuvieron más de la cuenta.

-Así es – le contesto y vuelvo a repetir Buenas Noches ya que quiero tirarme de una vez por todas en mi cama.

Al llegar a la habitación tengo un poco de dificultad para orientarme. Está bastante oscuro, pero aún así puedo distinguir las siluetas de Perdicas y Gabrielle, que se acostaron en la cama que daba a la ventana. La luz de la luna los iluminaba plácidamente. No puedo evitar acercarme…muy despacio, para ver a Gabrielle. Ella duerme tranquilamente, y su rostro luce casi angelical ante la luz de la luna. Se ve hermosa, y en paz. Se nota que los demonios ya no habitan sus sueños , ya se han ido. Tiene su cabeza apoyada sobre el brazo de Perdicas, mientras que una de sus manos se cruza sobre la cintura de él. Dioses, como desearía ser yo la que está a su lado, ser yo quien tenga sus brazos alrededor mío, mientras su cabello toca mi rostro y yo aspiro con fuerza tratando de captar todo su aroma. En eso estoy cuando repentinamente siento que unos ojos me observan fijamente. Lentamente me doy vuelta , y me doy cuenta de que Perdicas me observa con curiosidad. Dioses, ¿hace cuánto que está despierto?

-¿Sucede algo Xena?

-No nada. Eh…yo…sólo creí oirla quejarse. Pensé que era otra de sus pesadillas.

-Ah…qué hora es?

-No lo sé, pero creo que no falta mucho para el amanecer. Así que lo mejor será que te vuelvas a dormir, y yo trataré de hacer lo mismo.

-¿Te divertiste?

-Como nunca.-le contesto, y me doy vuelta para ya no oír más su voz. –Buenas noches, o lo que sea que quede de ella –le digo.

-Buenas noches.

Uf, qué cansada estoy. Bueno…al menos no los encontré en alguna situación comprometedora. Menos mal no llegué antes, quizás con qué me habría encontrado. Ah!, ¡ya Xena!, cállate y ya duérmete, me digo a mí misma. Y en lo que menos demora en cantar un gallo, caigo en los brazos de Morfeo.

Capítulo 10

-¡Ya pues, ya pues, despierta dormilona!

Es Gabrielle quien me saca de mi sueño sacudiéndome gentilmente de un brazo.

-AHHH –bostezo.-¿Qué hora es?

-Ya es tarde, y tengo mucha hambre. Ya quiero desayunar. Viste Xena, eso te pasa por acostarte tan tarde. Perdicas me contó que llegaste casi de madrugada.

-Ah sí. Oye…y dónde está él ahora?

-Dijo que iba a dar una vuelta por el pueblo, mientras yo terminaba de vestirme y te daba tiempo para que durmieras un poco más. A lo mejor ya llegó y nos está esperando para tomar desayuno.

-Ah bueno. No me demoro nada. Me esperas, ¿cierto?

-Sí, pero apúrate.

Sí, ya lo sé Gabrielle. Sé que te urge estar cerca de Perdicas, que no puedes estar lejos de él por mucho tiempo.

-No te preocupes. –le contesto.

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Gabrielle estaba en lo correcto. Perdicas ya estaba instalado en una mesa, esperándonos para tomar desayuno. Al vernos llegar, su rostro se ilumina notoriamente. Sí, era obvio que el amor que Gabrielle sentía por él, le era correspondido en un cien por ciento. ¿De qué otra manera se puede explicar esa especie de resplandor en su rostro apenas nota nuestra presencia?. Sí. Gabrielle no podía quedar en mejores manos. Ambos estaban hechos el uno para el otro…

-Perdicas, ¿hace rato que nos esperas?

-No Xena, recién llegué –me contesta mientras Gabrielle se instala a su lado.

-Ah, que bueno. –le contesto lo más amable que puedo.

-Xena, ¿y que más viste anoche? –me pregunta Gabrielle con su curiosidad habitual.

-Nada en especial…juglares, bufones, bardos, tú ya sabes.

-Sí. Deben haber sido muy buenos para haber logrado mantener atentos a la Princesa Guerrera. Pensé que todo esto te aburría.

-Ay Gabrielle. Sé que no soy la admiradora número uno del arte, pero a tu lado he aprendido a apreciarlo…y sí, los artistas de anoche eran muy buenos, pero ninguno se comparaba contigo…

-¡Ay Xena!

-Es la verdad.

-Gracias.

-De nada.

Y ambas sonreímos…Luego miro a Perdicas, quien estaba muy callado, y no puedo evitar notar que algo en su cara había cambiado. Su expresión se había vuelto tensa, su boca un poco contraída, y me miraba con ojos casi amenazantes. ¿Qué demonios estaba sucediendo aquí?. ¿Acaso Perdicas había descubierto mi secreto, mis sentimientos por Gabrielle, y repentinamente se había sentido amenazado?. No, son sólo mis ideas locas otra vez. Seguramente ya me estoy imaginando cosas de nuevo.

Repentinamente Gabrielle saca a Perdicas de su estado cuando le pregunta acercándose seductoramente a su oído:

-¿Cómo dormiste anoche?

-Muy bien –contesta Perdicas, volviendo a ser el mismo otra vez.

-Me imagino. –replica Gabrielle. –Se ve que anoche estabas muy cansado, ya que estabas roncando apenas pusiste la cabeza sobre la almohada, ¡ja!. Yo estaba recién terminando de desvestirme y tú ya estabas comenzando a roncar. –termina Gabrielle en un tono que sonaba a reclamo.

-Sí, estaba cansado. –responde secamente Perdicas, mientras Gabrielle encogiéndose de brazos, comienza a inspeccionar los alimentos en la mesa , para ver qué comerá.

Había algo extraño aquí. Algo en Perdicas me resultaba diferente, y no podía evitar notar que me miraba con insistencia. Pero a estas alturas, no sabía si era yo quien hablaba o mis celos que tejían estúpidas ideas en mi cabeza. Pero algo le pasaba a Perdicas, actuaba un tanto frío con Gabrielle. ¿Que sería?. Bueno, supongo que el pobre todavía no tiene sus ideas claras. Hay que darle tiempo al tiempo supongo. Después de todo no debe ser fácil morir y volver de entre los muertos, pensé.

-¿Y hacia donde nos dirigiremos hoy? –pregunta Perdicas

-Bueno, YO tengo pensado ir en busca de Hades. Necesito conversar con él. Pero estaba pensando que lo mejor es que ustedes se queden aquí. Así podrán aprovechar de recuperar el tiempo perdido.

-¿Hades? –pregunta Perdicas con una expresión de preocupación en el rostro.

¿Qué pasa?, ¿será que Hades tiene algo que ver con todo esto?

-¿Qué pasa Perdicas? –pregunta preocupada Gabrielle.

-Gabrielle, creo que…eh…estoy recordando algunas cosas.

-¿Sí , qué recuerdas? –le pregunto ahora yo expectante.

-Creo que Hades es el responsable de mi vuelta a la vida. Sí…él fue.

Y comienza a relatarnos su historia.

-Recuerdo que al morir una luz repentinamente me cubrió por completo, y yo me dejé llevar por ella, a pesar de que a lo lejos escuchaba una voz llorosa que gritaba mi nombre…eras tú Gabrielle. Traté de ubicar tu voz en ese espacio, pero algo más fuerte que yo me obligaba a seguir hacia la otra dirección, hacia la luz…hacia esa calma.

De repente parecía que acababa de despertar de un sueño. Ya no estaba en esa especie de túnel, sino que en un lugar muy hermoso, lleno de verdes prados, y el azul más profundo que jamás haya visto. Luego frente a mí, la figura de Hades se irgue, y con dramática voz me dijo :

-Ahora este es tu hogar, te lo has ganado

Y luego desapareció. ¿Sabes?, en un principio todavía resonaban en mis oídos tus palabras, pero a medida que pasaban los minutos, una paz comenzaba a embargarme. Y al cabo de un rato supe que Hades tenía razón, que ese era mi nuevo hogar, por la eternidad. ¿Y sabes?, la tristeza ya se había ido por completo, pues dentro de mí sabía que algún día tú te me unirías. Cuando fuera tu turno, yo te estaría esperando con los brazos abiertos. Bueno, mi alegría aumento más al darme cuenta que viejos familiares y amigos que habían muerto hace tiempo, venían a mi encuentro. Sí, volvía a casa nuevamente.

Los días pasaron, bueno, no sé si el tiempo se medirá igual allá. La cosa es que viví días de paz y felicidad inimaginable. Aunque repentinamente un día algo me perturbó. Algo no andaba bien. Eras tú Gabrielle. Podía sentir el dolor y la desesperación que se acumulaban dentro de ti y que juntos estaban abriéndole paso al odio. Ese odio que te llevo casi a matar a Callisto, ¿recuerdas?. Fue en ese momento cuando en toda mi desesperación grité con todas mis fuerzas el nombre de :

-¡¡¡HADES !!!

Necesitaba hablar con él, ya que no podía permitir que sufrieras como lo estabas haciendo. Y más aún, no podía dejar que tus manos se ensuciaran de sangre…ni siquiera si esa sangre era de la vil Callisto.

Hades escuchó mi llamado y fue todo oídos. Yo le dije todo lo que sentía, como el saber que tú sufrías no me dejaba pasar mis días tranquilo en los Campos Elíseos, y le propuse un trato:

-Hades, te ofrezco mi alma por la de Gabrielle. Si tú impides que vengue mi muerte y se condene, yo estoy dispuesto a entregarte mi alma, para que hagas con ella lo que se te dé la gana. Es que así no puedo vivir. Hades, ¡por favor!, prefiero pasar la eternidad en Tártaro antes de presenciar como Gabrielle, mi amada, se destruye por mi culpa.

-¿Estás seguro?, ¿Tanto la amas? –me pregunta medio incrédulo.

-Con toda mi alma.

-¿Sabes Perdicas?. Gabrielle no es tan débil como tú crees. En estos precisos momentos está con su espada lista a darle la estocada mortal a Callisto.

-¡Hades, detenla! –le grite.

-Tranquilo. Yo no tengo que hacer nada. Todo lo que ella necesita ya está dentro de sí. No serás tú ni yo quien la ayude a vencer su odio. Será una batalla que ganará por sí sola. Ya que su amor por ti, y por Xena, son mucho más grandes que su odio.

Y a continuación desapareció. Yo aún estaba preocupado, pero Hades tenía razón, o eso quería creerle. Necesitaba creerle, y así lo hice. Y así como el sentimiento de preocupación me había invadido, se fue. La paz volvió a mí, y comencé a escucharte nuevamente.

-Perdicas…gracias por todo…dondequiera que estés querido esposo, siempre te amaré…

-Yo también Gabrielle –dije en voz alta, y volví a la tranquilidad de mi hogar.

-Perdicas, ¿de verdad me oíste? –pregunta Gabrielle con lágrimas en sus ojos.

-Así es mi amor –responde Perdicas.

-¿Y? –pregunto -¿Eso es todo?

-Xena, ¿te parece poco?. El pobre ha pasado por tanto. Es increíble que esté recordando.

-No, no es todo Xena –me interrumpe Perdicas. -Hay más…Otro día fui yo quien era solicitado por Hades. Yo caminaba tranquilamente por unos bosques cuando repentinamente la voz demandante de Hades requería de mi presencia.

-¡PERDICAS!

-Hades, aquí estoy. ¿Qué sucede?

-Debes regresar.

-¿Qué?, ¿de qué estás hablando?

-Mira, no me hagas repetirlo. Tienes que regresar.

Mira –me explicó. –Alguien le fue con el chisme a Zeus sobre Callisto y mi descuido al dejarla escapar y como la muy estúpida volvió a tratar de vengarse de Xena, apoderándose de su culpa. Creo que esto volvió casi loca a la pobre de Gabrielle. Primero enfrentar tu muerte y luego el ver a su mejor amiga en el cuerpo de la verdugo de su esposo. Y ahora las pesadillas que no la dejan olvidar la están destruyendo, está a punto de desmoronarse. Entre las quejas de Zeus, y las que seguramente tarde o temprano me dará Xena por su amiga, no me queda otra alternativa. Después de todo, no puedo negar que algo de culpa tengo yo también en todo esto, y Xena, a pesar de ser una prepotente, más de alguna vez ha sido mi aliada. Creo que le debo esto. ¡Uf!, si Zeus me escuchara. Un Dios deviéndole algo a un mortal, y para peor a Xena, sabiendo la fama que tiene en el Olimpo. En fin…prepárate a volver.

Luego recuerdo que me desperté recostado sobre un suave pasto. Pensé que todo había sido mi imaginación, pero rápidamente me pude dar cuenta de que no era así. De que estaba de vuelta entre los vivos. A lo lejos escuchaba el sonido característico de una gran multitud. Y al llegar al lugar me di cuenta de que el pueblo estaba hecho un jolgorio. Algún Festival debía estar tomando lugar. Qué bien, pensé. Seguramente habrá algún bardo por aquí, podría deleitarme con su actuación, mientras pensaba en la forma en que llegaría a ti, en como me presentaría tratando de no matarte de un infarto al verme llegar. Ya te imaginarás mi sorpresa cuando me di cuenta de que en el escenario estabas tú. ¡Tú Gabrielle!. Hades había calculado todo perfectamente para que nuestra reunión se produjera lo más rápido posible. Y así fue.

-Así fue, mi amor. Le agradezco a Hades con todo mi corazón. Xena, creo que después de todo, sí podríamos ir los tres a su templo para agradecerle.

-No, mejor no Gabrielle. Creo que ninguno de los tres debería ir ahí.

-¿Cómo así Perdicas? –pregunto arqueando una ceja.

-Es sólo que Hades me dijo que no quería saber nada de mí. Que no quería oír que andaba comentando por los reinos que Hades, el Dios del Inframundo, ahora estaba dejando salir de sus dominios a quien se le daba la gana. No quiero saber nada de ti, o de nada ni nadie que tenga relación contigo. ¿No querrás que cambie de opinión?- ,me preguntó intimidante.

-Ups Xena, creo que mejor nos quedamos aquí. No quisiera que por un descuido, Perdicas sea arrebatado de mí nuevamente. Ya sabes como pueden ser de quisquillosos los Dioses algunas veces.

-Lo sé Gabrielle. Pero yo tengo que hablar con Hades. Mira, no te preocupes, sé que todo estará bien. Si Hades tiene algún problema, que se las arregle conmigo. Yo me encargaré de dejarlos a ustedes dos fuera de su alcance, ¿está bien?

-Está bien –me contesta, aún preocupada Gabrielle, mientras la expresión de Perdicas vuelve a cambiar nuevamente. El temor le sale por los ojos.

-No te preocupes Perdicas. Confía en mí. Te prometo que esta vez nada ni nadie te apartarán de Gabrielle. No lo permitiré.

Perdicas sólo asiente con la cabeza, mientras Gabrielle le toma la mano y me otorga una sonrisa.

-Está bien. Creo que es hora de que parta.

Y rápidamente me levanto de la mesa. Gabrielle me sigue y me toma por un brazo.

-Xena. Cuídate. –me dice con una exagerada preocupación en su rostro.

-Lo haré.

Y a continuación me dirijo al establo. Y una vez montada en Argo, comienzo un endemoniado galope.

 

Capítulo 11

-Ya te lo dije. No pude hacer nada para detenerla. Creo que hasta aquí nos llegó la farsa.

-Ay, ¡hombres!. No se puede confiar en ustedes. ¡No sirven para nada!. Supongo que tendré que terminar yo misma el trabajo, ¿no?

-Pero no hagas nada apresurado. Debe haber algo que podamos hacer…algo que no despierte sus sospechas. Debemos evitar que hable con Hades a toda costa.

-¿Crees que no lo sé imbécil?. Pero creo que debemos cambiar de planes. Además este jueguito ya me estaba cansando. Si tú no puedes encargarte de esa mocosa, lo haré yo misma de una vez por todas. Lejos de todos los ojos curiosos. Aunque la idea no me excita realmente, esa lección la aprendí con Perdicas. Creo que esta vez debo ir directamente al pez gordo. Xena.

-¡Callisto!, ese no fue el plan. El plan era-

-¡Sí, sí, ya lo se!, separarlas usando la ilusión de Perdicas (que original) Usar a Gabrielle de modo de que volviera a desposar a Perdicas y abandonara a Xena para siempre. Una vez separadas, terminar de una vez por todas con la irritante rubia, de modo de tener mi venganza y tú a la preciosa Xena. Ja, ja ¿Pero, cómo puedes ser tan ingenuo?. ¿Quién te asegura que una vez desaparecida la amiguita ella va a volver a ti?. Ja, ja, sí, seguro. Además, ya te lo dije, ese plan ya se me hace muy aburrido. Y para serte sincera, no sé cómo acepté en primer lugar. Podría terminar con ambas en este mismo instante.

-¿Acaso se te olvida quien te sacó de la condena en la que estabas, y de paso te otorgó la inmortalidad? Es lo menos que puedes hacer.

-¡¿Es que acaso alguna vez te pedí ayuda?!. Yo lo estaba pasando muy bien, disfrutando de mi sufrimiento. El dolor no es algo que se deba temer, ah…y para algunos de nosotros es lo único que existe. Además, recuerda que también hay que otorgarle algo de crédito a Xena, ya que sus sentimientos de culpa por la muerte de Perdicas fueron el paso inicial para abrir la puerta de salida de mi hogar.

-Y yo hice el resto…

-Así es. Tú lo hiciste querido. Bueno…creo que puedo esperar un poco más. Después de todo…la paciencia es una virtud. ¡Nos vemos…!

-Sí seguro maldita.

Quizás debí haberme encargado yo mismo de todo. Conozco a Callisto, y sé que no me puedo fiar de ella. ¡Qué idiota soy!. Si ya una vez había caído en su trampa. ¿Cómo no haberme dado cuenta de lo obvio?. Ella lo único que quiere es a Xena. Está obsesionada con su venganza. O con ella…Bueno, no la culpo. ¿Acaso no lo estamos todos?. Ya no recuerdo la cantidad de veces que he tratado de que vuelva a mi lado. Pero debo intentarlo una vez más. ¡Debo conseguirla a como de lugar!

-Perdicas, ¿en qué piensas? –la voz de Gabrielle me toma por sorpresa.

¿Hace cuánto estará aquí?, no creo que haya escuchado algo, ¿o sí?

-En nada Gabrielle. Bueno…en realidad en algo…estaba pensando que mejor deberíamos ir detrás de Xena, y hablar con Hades.

-¡Pero Perdicas!, ¿acaso olvidaste lo que te dijo?, ¿ él te lo advirtió, no es cierto? Además Xena dijo que podía encargarse de esto ella sola.

-Lo sé, pero no quiero vivir ocultándome por el resto de mis días. ¡Es ridículo!. El me devuelve la vida ¿y debo temerle?. No lo creo.

Tengo que llegar a Xena antes de que hable con Hades. Uf!, y esa Callisto. Si la conozco como creo, ya debe estar planeando alguna nueva niñería. Con su inmadurez destruirá mis planes más pronto de lo que me temía.

-¿Estás seguro?

-Lo estoy. Y quiero que vengas conmigo.

-Lo haré –me contesta Gabrielle.

Pobre tonta. Se ve que está enamorada de Perdicas hasta las patas. ¡Ja!, justo como me lo imaginé. Xena está perdida, no tendrá otra opción que resignarse al rechazo de esta chiquilla y volver a mi lado, a donde pertenece.

Capítulo 12

Había galopado como una loca cerca de una hora, y ya era obvio que tenía que darle un descanso a la pobre Argo. Estaba exhausta, así que me detengo apenas veo un pequeño arrollo a mi paso. Acerco a Argo quien comienza a beber ansiosamente.

Pese a que yo también estaba cansada y sedienta, en realidad no podía hacerlo. Mi cuerpo me lo pedía, pero era como si mi mente estuviera tan preocupada de otras cosas que no podía efectuar los movimientos requeridos para agacharme y beber. Estaba desesperada. Debía llegar a Hades. Definitivamente algo raro estaba pasando. Primero mis sueños con Callisto, mis pesadillas con Callisto. Después, darme cuenta de mis sentimientos hacia Gabrielle, para finalmente contemplar la aparición de Perdicas que nuevamente amenazaba con quitarme a la única persona con la cual podría ser feliz, Gabrielle…No puedo evitarlo, ¿es que acaso estoy deseando nuevamente que Perdicas muera para yo recuperar a Gabrielle?. No lo creo. Pero de todas maneras debo hablar con Hades para salir de mi duda. Para saber de una vez por todas si tuve o no algo que ver con la muerte de Perdicas. Si fue mi culpa, seguramente este es el precio que debo pagar. Así como se lo quité, se lo devuelvo. Supongo que es justo.

-¿Crees que es justo?. Ja, ja, No te cansas de atormentarte, ¿cierto? Bueeeno, veo que tenemos otra cosa en común.

No podía ser otra que Callisto, ¿es que acaso esta mujer nunca se cansa?, pero no entiendo qué hace aquí. Este definitivamente no es su estilo. Callisto es una mujer de armas tomar, de acciones, no se caracteriza por darse tantos rodeos. No entiendo que trama. ¿Cómo no ha intentado algo contra mí, o contra Gabrielle?. ¡Por los Dioses!, qué descuidada soy. No pueden ser sólo visiones, y si Callisto está aquí en carne y hueso eso significa que Perdicas y Gabrielle de nuevo están en peligro.

-Callisto, ¿dónde están Gabrielle y Perdicas?

-Ja, ja. Relájate Xena.

-¡Respóndeme!

-Ya los verás, créeme. Presiento que pronto se nos unirán a la fiesta.

-¡¿Dónde los tienes?!

-Ay, te dije que te relajaras. ¿Qué te hace creer que yo los tengo?

-¡¿Y qué otra cosa puedes querer tú?!, sino que dañarme usando a Gabrielle.

-Bueno, no te equivocas, quiero verte sufrir. Pero creo que utilizar a tu amiguita no me inspira. Ahora quiero algo más…te quiero a ti Xena…

-Está bien. Si eso es lo que quieres, ¡pues aquí estoy!. Haz conmigo lo que se te ocurra, ¡pero deja fuera a Gabrielle y a Perdicas!. ¡¿Qué esperas?!. ¡Dame tu mejor estocada!, ¡vamos!

-Xena, no estoy aquí para pelear. Te dije que te quiero a ti. Te NECESITO…para que me ayudes con un pequeño favor…mira, favor con favor se paga, y si tú prometes ayudarme con este favorcito, yo te prometo dejarte en paz para siempre, y dejar en paz a tu amiguita.

-¿Y a Perdicas?

-¿A quién?, ah, sí, a él también.

Ja, ja, te creí más astuta Xena.

-¿Y por qué habría de confiar en ti?, ¿crees que soy estúpida?

-No creo que tengas muchas opciones querida, y te recomiendo que me escuches antes de decidir, ¿te parece?, ¿hm?

-Habla –le contesto secamente, y mientras esboza una sonrisa continúa

-Necesito que me ayudes a conseguir…ambrosía.

-¡¿Qué?!

-Ay Xena, no te hagas la tonta. Sé que tú tienes experiencia en esto, y sabes muy bien donde puedo conseguir el manjar de los Dioses. Bueno…ser inmortal es entretenido, pero como tú comprenderás tiene su desventaja. Sería una ilusa al pretender pasar mi eternidad en este estado, ya que siempre debería estar rindiéndole cuentas a ellos, y sometiéndome a sus reglas. Yo quiero ser uno de ellos, quiero ser Diosa…Tú me entiendes, ¿verdad Xena?. Ambas somos mujeres indomables que no podemos permitir que nada ni nadie nos controle, ¿me equivoco?

-Estás loca. –le contesto despectivamente y le doy la espalda.

-Quizás lo estoy, pero créeme, estoy siendo sincera. Si tú cumples con tu parte del trato, yo cumpliré con la mía. Podría sorprenderte Xena…

-No estoy dispuesta a correr el riesgo.

-¡Ay, pero que desconfiada!

-Nunca confiaré en ti Callisto. Nada de lo que digas podría interesarme.

Y dicho esto me acerco a Argo y le susurro al oído:

-Vete chica. Las cosas se podrían poner color de hormiga por aquí.

Uf!, la pobre Argo casi se vuelve loca al pasar junto a Callisto.

-Hola Argo- saluda Callisto a mi asustada yehua. Y mientras Argo se aleja, termina –Creo que no le gusto…Ay, pero, ¿en qué estabamos?…ah sí, tu desconfianza. Mira, ¿qué tal si yo te dijera algo acerca de tu amiguita? Sé muchas cosas Xena…y te puedo decir que ella no está a salvo

-¡Ja!, esas no son noticias nuevas, lo supe desde que te volviste a aparecer en mis pesadillas.

-¿Ah, sí?, qué inteligente. Bueno, en esa oportunidad no te equivocabas, pero ahora…pues bien, ya la borré de mi lista de víctimas de esta semana. Ja, ja, ja…

-Sí, seguro.

-¿Aún incrédula? Está bien, veo que eres más difícil de lo que pensé. Xena, ¿qué tal si te dijera que es alguien más quien amenaza con acabar con la patética vida de tu Gabrielle?

-¿Qué? –no logro evitar un nervioso ‘que’salir de mi boca.

-Así es. Hm, veo que por fin he captado tu atención.

-Continúa.

-Bien. Tiene que ver con un hombre alto, de cabello oscuro, enfundado en cuero, y con-

-¡Ares! –la interrumpo –¿Qué tiene que ver Ares en todo esto?

-Parece que es otro de los tantos que quieren tenerte a su lado a como de lugar.

-¿Y?. Esas no son noticias nuevas.

-Claro, claro que no. Pero sí lo son las tácticas que ha decidido utilizar. Las cuales incluyen a Gabrielle y …a Perdicas.

-Tenía que ser Ares. Supongo que él fue el que te ayudó a regresar, ¿no?

-Sip. Pero el muy iluso quiere que se lo agradezca de por vida. Pretende que le sirva como una esclava, ¡¿quién se cree que es?!

-¡Callisto!, ¿qué pasa con Ares?, ¿qué tiene que ver Perdicas?, ¡vamos!, dímelo – le digo mientras la tomo fuertemente por los brazos.

-Bueno…Ares es…

-¡CALLISTO! -Escucho una voz a lo lejos que me hace voltear la cabeza. Era Perdicas, y Gabrielle, que bajaban de un caballo y se acercaban presurosos hacia nosotras. Pero, ¡¿qué demonios estaban haciendo aquí?!. Y Perdicas, ¿qué pretende?, ¡¿acaso quiere enfrentarse a Callisto con sus propias manos?! ¡Por los Dioses!, este hombre está buscando que Callisto arremeta contra él de nuevo. Así que rápidamente suelto a Callisto y me dirijo a detener a Perdicas que avanzaba con paso decidido.

-¡Perdicas détente, yo me encargo de esto! –ahora sujeto a Perdicas y luego me giro a ver a Callisto quien me mira muy sonriente y a continuación:

-¡Hola Perdicas, te ves saludable!, ¡ja, ja, ja, ja!

Siento como los músculos de Perdicas se contraen bajo mis manos. Está furioso, pero es una locura enfrentarse a Callisto ahora que incluso es más poderosa que cuando era sólo una mortal.

-Perdicas, ¡escúchame!, ¡detente!

-Muévete Xena. – y con un brazo Perdicas me aparta de su camino. Después de todo tenía más fuerza de lo que creía. Se mueve rápido, pero le sigo cual sombra mientras Callisto a su vez también ha comenzado a avanzar, y ha desenfundado su espada. En ese momento, mi mano instintivamente busca mi chakram, y descubro con horror que también estoy desarmada. Había dejado mi espada y mi chakram en la montura de Argo. Por los Dioses, para peor no hay caso que pueda detener a Perdicas. Con un movimiento acelero y quedo justo enfrente de Perdicas dándole la espalda a Callisto. Desde aquí puedo observar la cara de desesperación de Gabrielle. Incluso desde aquí, distingo que sus lágrimas brotan a granel por sus ojos. ¡No, esto no está pasando!. ¡Tiene que ser una pesadilla! Callisto volverá a hacerlo. De nuevo seré la culpable de la muerte de Perdicas. De nuevo romperé en mil pedazos el corazón de Gabrielle, y esta vez no habrá vuelta atrás. Vuelvo mi cara hacia Callisto y la veo sonriendo, lista a atacar, aunque ahora se ha detenido y espera que Perdicas llegue hasta ella. En una cantidad de segundos que parecen minutos, veo pasar toda mi vida por delante de mí. Bueno, mi vida desde que Gabrielle llegó a ella, ya que antes…a eso no le puedo llamar vida. ¡Gabrielle!, no llores, ¡me rompe el corazón! Entonces veo como Callisto en un hábil movimiento mueve su espada, la cual se dirige directamente a la altura del estómago de Perdicas. Y con todas mis fuerzas empujo a Perdicas hacia mi izquierda, cruzándome justo a tiempo, justo a tiempo para evitar que la espada de Callisto siquiera lo rozara y en su defecto se clave directamente a la altura de mi pulmón. Callisto retira su espada. Unos escalofríos recorren mi cuerpo, mis rodillas se doblan y caigo tendida al suelo. Siento que mi boca se llena de sangre.

-¡¡¡¡XENAAAAAAAA!!!!

Alcanzo escuchar a Gabrielle, y mi vista comienza a nublarse a medida que su figura se acerca a mí, corriendo.

-¡¡XENA!!

Escucho decir a Perdicas, a lo lejos…

-¡¿Viste lo que me hiciste hacer Ares?! Ahora ninguno de los dos tendrá lo que quería.

¡ARES!…Ahora entiendo Callisto, todo fue una trampa.

-Ares…-escucho susurrar a Gabrielle, que a estas alturas ya había llegado a mi lado. –Perdóname Xena…-me dice tratando de darme vuelta y sostener mi cabeza de modo de poder ver mi rostro.

-Gabrielle…-digo mientras un chorro de sangre sale por mi boca.

-sh, sh Xena, tranquila…

La pobre trataba de contener su llanto, aunque sin lograrlo. Ahí estaba, una vez más tratando de hacerme creer que todo estaría bien. Como cuando me despertaba de mis pesadillas y ella me mecía maternal, mientras que con la música de sus palabras yo me iba tranquilizando. ¡Ojalá esto fuera una pesadilla Gabrielle!. Pero ya no tengo tiempo…siento como mis fuerzas me abandonan, y como el sonido de tus palabras se va debilitando cada vez más y más.

-T-Te amo…

Y apenas pronuncio esto todo se me nubla, y parezco sumergirme en una especie de sueño, un sueño del que ya nunca despertaré…

 

Capítulo 13

No puedo creer lo que estaba pasando. Parecía como si una de las pesadillas que me habían acompañado noche tras noche durante las últimas semanas, se volviera realidad. Callisto siempre era la protagonista de ellas, y yo siempre me le enfrentaba tratando de salvar a Perdicas de sus garras. Pero esta vez no hice nada, me quedé petrificada mientras ella daba su estocada mortal, no en Perdicas, sino en Xena. Perdicas...vuelvo mi mirada hasta donde segundos antes se encontraba él, y en lugar veo a Ares que me mira estupefacto, con grandes ojos en los cuales puedo distinguir tormento también. Tormento al ver morir a su amada. No era ningún secreto que Ares deseaba a Xena con todas sus fuerzas. La deseaba en todos los aspectos, como aliada, como compañera, y como amante. ¡Ares, maldito!, tu alianza con Callisto no podía ser más infructífera. ¡¿Cómo pudiste hacerlo?!, ¡¿Cómo?!. Jugaste con nosotras cual titiritero con sus títeres, nos manipulaste, usando la imagen de Perdicas nos convenciste inmediatamente. ¡Zeus!, ¿qué clase de hijos engendraste?. Heme aquí, sosteniendo el cuerpo inerte de mi amiga. ¡¡Dioses!!, siento un pánico que jamás había sentido en mi vida antes. Es como un vacío que está llenando cada rincón de mi alma.

Mis lágrimas han dejado de salir. Ahora sólo mi corazón llora…lágrimas de sangre. Dioses, siento que la vida se me va junto con la de Xena. Estoy muerta…!Xena ayúdame!, ¡no me dejes por favor!, ¡te lo suplico!. Si algún Dios me escucha por favor, ¡no permitas esto!. ¡Yo no puedo vivir sin ella!, ¡¡no puedo!!. Por favor, tomen mi vida, ya yo no la quiero, ¡hagan con ella lo que les plazca!, o si son amables, ¡enviénme con ella!.

-¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOO!!!!

Grito con todas mis fuerzas. Y me aferro al cuerpo de Xena, me aferro a lo único que me queda de ella en este momento, a un cuerpo inanimado y cubierto de sangre. Vuelvo de nuevo mi vista a Ares, y veo como una lágrima se le escapa de uno de sus ojos, e inmediatamente él la limpia con su mano.

-¡Ay, qué conmovedor!. No sabía que los Dioses también lloraban –acota Callisto con una sonrisa.

Eso es suficiente para encender la llama de Ares, quien la toma por los brazos y la lanza varios metros por los aires.

-Ja, ja, ja. ¡¿Qué te pasa imbécil?!, ¿No agüantas una bromita?

Y ahora Ares arroja un haz de luz que envía a Callisto aún más lejos.

-¡Uf, eso dolió!, pero no había necesidad de estropear mi peinado –termina mientras se acomoda el cabello, y a continuación sacude su traje.

-¡Eres una imbécil!, ¡¿te das cuenta de lo que acabas de hacer?!

-Sí. Te he quitado la oportunidad de ser feliz, y créeme, ha sido un placer.

-¡¡Estúpida!!, ¡¿no te das cuenta que Xena nos servía más viva que muerta?! – le dice Ares acercándose.

-Así es. Nos servía más viva. Pero yo te dije que este jueguito ya me estaba cansando. Además, nadie te mandó a que te abalanzaras sobre mí. Yo sólo actué por reflejo, ¿ves?, fue en defensa personal, sólo quería vivir. Ups…olvide que soy inmortal. Ja, ja, ja, lo siento, ¡fue MI culpa!, ja, ja, ja…

Ares saca su espada y una vez frente a Callisto la toma y la clava justo en su corazón.

-¡Uh!, directo al corazón. ¿Qué?, ¿acaso te crees Cupido?

Y dándole una patada hace que Ares retroceda sacando la espada.

-Ay Ares, debo agradecerte por haberme dado el don de la inmortalidad. Será un placer tenerte como mi nuevo juguetito, ¡por la eternidad!, ja, aunque debo reconocer que me hubiese gustado que Xena ocupara ese lugar.

-¡Ja, como si se hubiera fijado en ti!

-¡Mira quien habla!. ¡Tú!, que fuiste el que ideó todo este ridículo plan para deshacerte de esa mocosa. ¿No podías soportar que Xena tuviera sólo ojos para ella, no?. La idea no te permitía vivir en paz. Ja, ja. Los celos que sentías al saber que la mujer que amabas amaba a otra, y que eso nunca cambiaría. Que ese amor por esta niña era más fuerte que todos los ejércitos a los cuales te has enfrentado. Para mí era bastante enfermizo en realidad.

Hm…pobrecita. Murió sin poder decirle a su amada lo que sentía, sin decirle que estaba enamorada de ella como la más tonta de las sentimentales, ja, ja, ja, por eso insistía en que debía salvarte, o mejor dicho a Perdicas, y no permitir que la muerte del amor de su amiga fuera su culpa otra vez. Ja, ja, ja. Varias veces traté de decirle que ella no era la responsable de ello, pero por algún motivo, insistía en que le diera crédito por ella. Y como ves, creo que el salvarte, fue su manera de quedar en paz con su conciencia. Ups…lástima que tú no fueras Perdicas. Ay ay ay, qué cruel es la vida a veces –termina sonriéndome.

Callisto, ¿qué estas diciendo?, ¿es esta otra de tus bromas?, ¿Xena, enamorada de mí?, ¿pero cómo?, ¿cómo nunca me iba a decir nada?, Xena, ¿cómo pudiste callar algo así?, ¿cómo pudiste ser tan buena actriz?, ¡¿por qué nunca me lo dijiste?!…..Xena…si supieras cuantas veces deseé que eso fuera cierto. Que tú me amaras de la misma forma que te amaba yo. Pero nunca me imaginé que me pudieras ver de esa manera, siempre pensé que me querías como a tu hermanita menor…Sabes?, muchas veces busqué en tu mirada por alguna señal, algo que me dijera que no eran sólo sueños míos, que tú me podías corresponder. Pero a pesar de que estábamos siempre juntas, a veces me parecías tan lejana, tan ida. Sabía que podía contar contigo, pero también sabía que tu corazón no me pertenecía, era de alguien más…creo que de Marcus, ya que recuerdo que tras su muerte no dejaste que ningún otro hombre se te acercara. Pensé que era tu manera de honrar su memoria. Lo honrarías por el resto de tus días como si hubieses sido su viuda. Luego, cuando Perdicas volvió a mi vida, me dije, ésta es mi oportunidad. Nunca podré tener a Xena, y Perdicas era lo más cercano que tenía…alguien con quien poder olvidar. Por eso cuando él me pidió que nos casáramos no pude decir que no…Lloré…no sabes cuánto. Porque sabía que esto significaba que te estaba expulsando definitivamente de mi vida. En ese momento creí que era mi única opción…Qué tonta fui. ¿Cómo podía pensar que algún día podría olvidarte?, ¿que algún día podría llegar a amar a Perdicas igual que a ti? Nunca debí haberlo utilizado así. Lo siento Perdicas…Te amo, eres mi mejor amigo, pero sé que no puedo seguir mintiendo. Mi corazón siempre fue, es y será de Xena…Desearía haber tenido el coraje para habérselos hecho saber a ambos…conduje a la muerte a las dos personas que más he amado en mi vida…Sólo espero que donde sea que estén escuchen mis palabras, y me perdonen…

-Ay, pero mírala Ares –acota Callisto y acercándose a mí continúa –Entonces Gaby…parece que te volví a convertir en viuda. Ja, ja, ja, esto ya se está volviendo una tradición.

Yo dejo a un lado a Xena y me abalanzo sobre ella. Ambas caemos al suelo, una vez ahí, sobre Callisto, comienzo a golpearla con todas mis fuerzas en su cuerpo , su cara, combos , cachetadas, pero lo único que escucho es el sonido de su risa:

-¡Ja, ja, ja!

Luego, súbitamente me agarra por el cuello y me lanza varios metros hacia atrás.

-Ja, ja, ja –continua mientras se levanta. –No estoy de ánimo para juegos por ahora dulzura.

Y yo, que recién me estoy recuperando de la caída, me vuelvo a parar y comienzo a correr hacia ella nuevamente. Sé que mis intentos son en vano, pero debo sacarme de alguna manera este dolor, debo liberar esta rabia que es mi dueña en este momento.

Justo antes de que mi mano alcanzara su rostro, ella la detiene y apretándola se dirige a Ares:

-Esta niña no se cansa, ¿eh? Pues yo tampoco.

Y aún sin soltar mi mano comienza a darme vueltas, y luego me suelta cayendo aún más lejos que la vez anterior.

-¡Te conviene quedarte ahí, si sabes pensar! –me grita desde lejos, pero luego continúa –O pensándolo mejor…quizás la diversión recién comienza. Hey Gabrielle, ¿parece que quieres unírtele a Xena?. Pues bien, yo me ofrezco a ayudarte, ja, ja, ja.

Me levanto con dificultad y veo como Callisto ha vuelto a sacar su espada y con una cara de poseída, comienza la carrera hacia mí. Dioses, acaso, ¿no fue esto lo que pedí? Está bien Callisto, que así sea. Y cierro mis ojos esperando que mi peor enemiga me envíe a los brazos de mi amor. Qué irónico. ¿Quién lo creería Callisto?. Después de todo, tendré algo por lo cual agradecerte.

-¡Callisto! –escucho la voz de Ares

Pero Callisto no se detiene. Aún puedo escuchar sus pisadas acercándose hacia mí. Luego algo sucede. Una luz ilumina mi rostro y cuando abro los ojos observo como Callisto sale disparada por los aires, producto de otro de los rayos de luz de Ares.

-¡Ay Ares!, me estás haciendo enojar. ¿Para qué te molestas, si sabes que soy inmortal?

-Lo sé. Pero hasta aquí llegó todo Callisto. Así como yo te traje de vuelta a este mundo, te sacaré de él.

-¿Ah sí?, ¡¿tú y quien más?!

-YO –escucho una voz, acompañada del sonido inconfundible de un carruaje.

-Hades. –acota sorprendido Ares.

-¿Y a ti, quién te invitó?. Ah, ahora te acordaste de tus deberes y quieres devolverme a Tártaro. Ja, ja, ¡ahora soy inmortal!, por si no lo sabías Hades, ¡inmortal!, y pronto, ¡seré Diosa! Ya encontraré la maldita ambrosía. Como ves, pronto seremos familia.

-No en esta vida Callisto –responde Hades y de sus manos sale una poderosa luz que envuelve a Callisto, cual fieras cadenas fulgorozas. Callisto trataba inútilmente de safarze de ellas. –¡Ahora Ares! –ordena el Señor del Inframundo.

Y entonces Ares crea una especie de túnel que comienza a agitar los árboles a nuestro alrededor, y a levantar mucha tierra. Entonces Hades se mueve y con un rayo aún más potente comienza a mover a Callisto hacia el túnel.

-¡Nooooo! –es lo último que le oigo decir a Callisto, pocos segundos antes de ser absorvida por el túnel, el cual se cerró instantáneamente al haberla atrapado.

Vuelvo a correr hacia Xena, que aún yace en el suelo, cubierta de polvo y sangre.

-¿Crees que eso la detendrá? –le pregunto a Hades.

-Eso espero –me contesta. –Ares tu nunca vas a madurar, ¿cierto? –continúa dirigiéndose al Dios de la Guerra -¿no aprendiste nada la última vez?, ¿acaso el perder tu deidad no fue suficiente lección?. ¿Qué castigo esperas que te den ahora?

-Sabes que siempre he sido la oveja negra de la familia.

-Lo sé –responde seriamente Hades, mientras yo trato de limpiar la cara de Xena.

-¿Y esto Ares? –pregunta Hades.

-Fue Callisto. Yo, eh..ella se interpuso para salvarm –salvar a Perdicas.

La ira vuelve a mí y sin poder contenerme le grito a ambos Dioses parados ante mí.

-¡Todos ustedes son unos desalmados!. ¡Juegan con nosotros , y manipulan nuestras vidas a su antojo!, ¡nos mienten, y disfrutan cada minuto de ello!. Supongo que ahora están felices. Ahora que han destruído dos vidas más. Ahora que me han condenado a ser una muerta en vida, que me han separado de mi AMIGA para siempre.

-Temí que algo así ocurriera –confiesa Hades. –Que las locas ideas de mi * amiga * Xena terminaran por liberar nuevamente a Callisto, sacándola de donde la puse. Sé que insistía en que ella era la culpable por la muerte de tu esposo. Y debí haber sospechado que Callisto tenía algo en mente, pues el último recuerdo que tengo de ella, es cuando un día la vi casi con una sonrisa en el rostro. Pero supongo que creí que Xena había aprendido la lección después de la última vez, y ya no se estaría culpando por las acciones de otros.

-¡Ah, ¿ahora Xena es la responsable de todo esto?!. ¡¿Cómo puedes ser tan hipócrita?! –le grite con histeria, mientras ambos Dioses me miran cabizbajos. –Además si hay alguien a quien culpar aquí es a mí misma. Yo, que quizás en el fondo también quería creer que Xena era la responsable de la muerte de Perdicas, para no sentirme como una maldita…

-Creo que todos somos un poco culpables…-me responde Hades –Pero para que veas que incluso nosotros, los manipuladores Dioses del Olimpo algunas veces hacemos lo correcto, voy a hacer una excepción. Y espero que Zeus no esté viéndome en estos momentos, o ambos terminaremos sin nuestras deidades Ares. Gabrielle, retrocede…

Algo me dice que debo confiar en él, y con cuidado deposito la cabeza de Xena en el suelo nuevamente, y a continuación me levanto. Hades se acerca a Xena y bloquea mi visión. Queda justo dándome la espalda e impidiéndome verla. A continuación pone una mano sobre ella, y luego yo ya no puedo ver nada, pues una luz más intensa que las anteriores, que las que emitían los rayos de Ares y Hades, ilumina todo. Trato de abrir los ojos, pero la luz es demasiado fuerte, y lo único que distingo por un segundo es la capa de Hades que se mueve ondulante, mientras él yace arrodillado frente a Xena. Repentinamente, tan rápido como comenzó la luz, se extinguió. Yo abro mis ojos expectante, con el corazón latiéndome a mil por hora. Tengo que ver, pero aún Hades bloquea mi visión. Mientras me acerco le doy una rápida mirada a Ares, quien se encuentra parado junto a Hades, y me percato que una sonrisa se ha comenzado a dibujar en su rostro. ¿Podía esto significar que-?

-¡¡XENA!!

Grito apenas Hades se mueve permitiéndome ver que Xena esta viva, y ahí está, sonriéndome aún recostada, mientras se va enderezando lentamente.

-¡¡GABRIELLE, GABRIELLE!! –me grita, pero yo corro antes de que se pare.

A pesar de que veo que ya la herida y la sangre no están por ningún lado aún temo que se levante.

-¡Xena, lo lograste! –le digo mientras la abrazo con todas mis fuerzas, aferrándome a ella, para no dejarla irse nunca más.

Ella me devuelve el abrazo con el mismo fervor. Y luego al soltarnos un poco, veo como las lágrimas también han comenzado a rodar por sus mejillas.

-¡No Xena, no llores!, ¡ya todo pasó!

-Lo sé Gabrielle, lo sé…-me responde y continuamos abrazándonos.

-Gracias Hades –logro decir entre sollozos.

-Sí, gracias –agrega Ares.

-De nada –me responde y mirando a Ares agrega –Es hora de que nos vayamos.

-Asi es –contesta Ares. (Espero que algún día puedan perdonarme)

Ares me da una mirada de arrepentimiento. Siento que es verdadera. No te preocupes Ares, ya nada importa, ya todo está olvidado. Ya tengo a mi amor conmigo, y esta vez, las cosas serán diferentes. Yo me encargaré de eso. Y moviendo mi cabeza, le hago un gesto de despedida a Ares.

Ambos suben al carruaje de Hades. Y puedo oir como emprenden rápido la carrera, abandonando la escena.

Un poco más calmadas, miro fijamente a los ojos de mi amiga, y le digo:

-Xena, necesitamos hablar…

-No te preocupes Gabrielle, ya sé todo lo que tengo que saber.

-Eh.. hm, bueno, en realidad hay algo que yo nunca te he dicho, y ahora que te tengo de vuelta no pienso esperar un minuto más para decírtelo. Xena, yo-

-Te amo Gabrielle –me interrumpe Xena.

-Yo también te amo…pero no como tú crees, es algo más. No sólo te amo como la familia que eres, como a mi mejor amiga, sino que-

-Gabrielle, te dije que ya lo sé todo. ¿Me vas a dejar continuar o no?

-Adelante. –le respondo un poco avergonzada.

-Mientras estaba del otro lado, tuve una conversación muy interesante con Perdicas. Yo y mi obsesión por haberte fallado, por no haber podido detener a Callisto, cuan-

-Xena –la vuelvo a interrumpir –Eso no fue tu culpa, y si alguna vez con mis actitudes, te hice pensar que yo creía eso te pido mil perdones. La culpa no es de nadie…

-Ahora lo sé Gabrielle, finalmente Perdicas me lo hizo entender. Y no sabes el peso que me quitó de encima…sabiendo que tú no me odiabas por ello.

-Pero Xena-

-Aún no termino. Comprobé en carne propia que es cierto eso de que los muertos pueden oír los pensamientos de los vivos. Es así como me enteré de todo, de tus dudas, tus miedos, y de tu amor por mí. Lo escuché todo Gabrielle, cada palabra…igual como tantas otras veces te escuchaba relatar tus historias. Pero de todas ellas, esta sin lugar a dudas es mi favorita…

-Xena, te amo.

-Yo también te amo Gabrielle –me responde , y con delicadeza toma mi cabello, y luego se acerca depositando un gentil beso sobre mis labios. Un beso en el que se contenían todos nuestras expectaciones, anhelos, sueños, y esperanzas.

Dioses, si alguno me oye…gracias.

 

 

 

THE END